Imagen tomada de la red
PROFUSIÓN
Nunca el páramo fue materia vehemente
frente a la sequía;
Lo sé ahora ante el desafío que
me impone la intemperie:
el remanso absurdo de la
alegoría.
La memoria, descalza, indaga la
ternura; a punto de descifrar la nuez,
los dedos escarban en la
embriaguez; ante el ala lúcida,
la luz que afina la entraña.
El afluente desemboca en la
blancura del yacimiento.
Luego, pensativo, digo tu nombre,
el telar que lo revela.
Nace la madrugada en los vientos
de la conciencia…
Barataria, 21.XII.2012
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