Imagen tomada de la red
METÁFORA DEL FUEGO
arde esta
clandestina memoria en el sonambulismo metálico del fuego: arden de golpe las rodillas sin semáforos de
pronto respiramos en los sombreros del techo el balanceo alrededor de los
colores del arcoíris en los pies las palabras del tiempo y el vacío endurecido
de las cosas todo es un viaje a las profundidades y no tenemos más que esta
embriaguez que nos alcanza en perfecta eclosión
hacia el deshielo de las córneas en racimos de marea así a merced de las
vestiduras rasgadas reptamos la sombra del pájaro que nos descarna hasta
descender al césped respiratorio de cuanto la resina se torna caudal de mesa al
borde del litoral colgado de la tinta hundo mi boca en el grifo de los senos
camino calles en estas algas de locura: el tropel es como la vía pública del
fuego aunque la floración sea esa íntima convicción de dejar que los cabellos muerdan
el perfume o el alcohol del acuario oculto que entra a las pupilas (nada está dicho cuando el asta simplemente
iza la bandera de la saliva nada es rotundo y definitivo) todo es
espontáneo en la fogata del trastorno arrancamos el fermento del obelisco con
la sabiduría de un salmista o la paciencia de un relojero o la de un ebanista
en cada boca la sombrilla de los alelíes olvidados sobre el desván abierto del
pecho: siempre es una suerte de un reino estar y permanecer en la risa o
desfallecer en los oídos de la esperma todo empieza así y lo sabes: estalla el pensamiento en el pensamiento
respirado del estertor nadie pregunta por el fuego mudo del mar el desabrigo en
desorden de los zapatos y ese continuo misterio del ojo que pende de la azotea
del sueño sólo sé que somos bosque y que vivimos en la rama dura del vuelo —vos confiada en mis pensamientos yo lamiendo el imposible mar del
tiempo el minuto que de pronto corroe la luz sentida que agita el ijar sin duda
existo voy sin embargo en lo perecedero de lo perdurable pues todo perfume es
memoria vos siempre la memoria que calla pero no muere en ese caudal que nunca
sucumbe a la tristeza de unos ojos a los otros pulsa el magma: frescos
litorales que cruzan el sonido de tus muslos: el fuego calla ríe escucha el
fuego en el delirio presentido el fuego desnudo invisible la idea siempre de la
brasa allí en el río del alambique te pienso: los ojos me dan la tierra y el
cielo mira el absoluto rojo de la piedra la hamaca espesa de los vilanos
mientras el confín nos crece palpa aquí todo lo que transcurre el pedernal que
acecha la sangre crispada del ascua alta sombra la vida o la muerte que nos
revela…
Barataria,
05.XII. 2012
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