martes, 11 de diciembre de 2012

DIARIO DE DISPERSIONES

Imagen tomada de tendencias21.net




DIARIO DE DISPERSIONES




en el escondrijo de la prisión o el exilio el estiércol masticado por la noche los cuerpos convulsos frente a su propia historia la de todos los días el gusano de la sombra  como un cataclismo en la oscuridad: siempre es así en la superficie de los sentidos cada quien muerde sus propios laberintos se inventan parlamentos en el cenicero de los cuervos los museos pierden su razón de ser y en cambio tenemos un creciente número de hospitales esperando por el cadáver de los sombreros el sol telúrico del cuerpo que se apaga la mano negra del paisaje lunar junto a cierta cojera de dolor y miseria en los almacenes del tórax el lento tabanco de las linternas y las arterias rotas de las calles hacia un abismo de relojes: aunque no se exprese  está ahí el luto la cuota de tristeza y el vejamen que se paga ante el machete que se hunde en los costados o corta sencillamente la garganta llevo días de degüello  el silencio es una manera de morir lejos de la casa de la infancia enmudecen: el ladrillo la ventana  la tumba los zapatos y el andamio de las campanas incluso muere el apetito por los acertijos y aunque la suerte esté echada con letras mayúsculas en el testamento de las sienes y la memoria  sólo hay trifulca días de grotescos tugurios y absurdos nísperos haciéndole orificios al aroma todo vuelve a ser como antes —en realidad nada ha cambiado—: mueren los crisantemos a la altura del tejado no existen los nombres que escribí en la arcilla ni pervive el refugio salvo lo salobre y el estado guarapo del lavamanos con su infinita miseria de manchas  vivo en un paraguas de semillas que pernoctan en el guacal de las picaduras siempre anuncian aguacero y valijas vacías me harto de chamuscar el rocío y la invertebrada geografía de la trinidad sí porque todo es huidizo desde que nace desde el bestiario gris de las colillas que sangran en el sórdido monólogo del aguacero huelen a semen los sahumerios derretidos de las calles: la muerte de día y noche de mi cuerpo y los extravíos viscerales  del grafiti en las cafeterías donde se anticipan las monedas manchadas de orina hasta el incienso me parece un abrupto y una desfachatez cuando parpadeo en la antesala del gemido: me callo ahora de todas maneras para escribir el poema después de todo es lo que me salva del paredón de los sueños  de las razones que tienen las hormigas para morder a estas alturas de la vida ya he perdido las fechas de todas las palabras que mordí en las esquinas de las heces sólo van quedando para mi glosario: los ojos dispersos de las carpinterías y ese vacío de la compañía que nunca tuve —queman los trenes como el café negro en mi boca como el escalofrío que antecede a la muerte: lo sé cuando recojo el paisaje en su estado de sigilo…

Barataria, 06.XII.2012


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