Imagen cogida de la red
AHORA,
A INSTANCIAS DEL AMANECER
Ahora, a instancias del amanecer
cualquier oscuridad zumba como mosca.
Hay escenarios que copulan la
brutalidad y vacían la garganta: nadie sale ileso
o invicto de estas aguas adversas del
tiempo.
Hacia ciertos días sublevados, las
alocuciones al dogma y la explotación
de los fetiches, de ciertos fetiches,
alegorías seculares del hombre que abrasan con intensidad hasta el punto del
doblez, aunque sin respuestas absolutas.
A menudo la nostalgia nos arrincona en
un país extraño, ¿debemos resignarnos
y desaparecer en medio del tizne, o las
crudas soledades de la destrucción?
Ante los tantos estigmas, los coágulos
son la realidad que tengo, ¿dónde quedan los pensamientos nobles para
custodiarlos, el taller del altruismo
sin estrépitos? La memoria a más de las
ficciones, se encarga de construir conciencias atormentadas: avanzo lentamente
algo así como un equilibrista
para no caer en la trampa de los
vacíos,
ni en ese idioma hueco que ocupan los
sofistas.
Aquí, aquella luz que se asoma es
abismo: absurdo laborioso de contrastes.
Uno siempre es fugitivo en estas largas
y oscuras ondulaciones del poder.
Allí, hay ásperas calles y muros y
escalinatas interiores que no se sabe
a dónde conducen. Al final, la incertidumbre
también yerra.
Uno espera que nadie se venda a ningún
precio, pero la vida es una sola.
Debajo del ala y los ojos hundidos de
los relojes, siempre la paja en el ojo ajeno
y los días espléndidos para los
semidioses.
Aquí sólo nos amina a caminar el
muladar y ese olor a visitante perenne.
Barataria, 2016
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