Imagen cogida de la red
MUERTE
(La muerte es la medida de todas cosas.) Muero cada día cuando resbalo
en la cuerda floja del tiempo,
este aliento carece ya de sombreros,
cae la respiración hasta los
tobillos, ¿qué me queda después de lamer
los excrementos? (Morir antes que mueran las palabras es la
mejor solución.)
—Morir como se embriaga el tejado
al tocar con la lengua los poros
averiados del alquitrán que sueltan
los párpados (el usgo biselado del relámpago vacila en mis manos
de inesperado asedio, descorre mi abnegación en las quemaduras del
barniz.)
¿De qué tiempo y de qué muerte
hablo?
—Vengo del semen, del fuego y del
hacha. Vengo del bisturí y las negaciones,
vengo del hambre y la bofetada,
no de los afrodisíacos,
vengo del disparo y del fastidio
de los perros,
vengo del incesto de los mares y
del terror de las religiones,
vengo de la violencia y del
deseo,
vengo del vértigo clandestino de
las neumonías,
vengo de la tormenta donde se
deshace la alegría
vengo del desorden y el olvido,
vengo de los insultos a la esperanza,
vengo de la perversión de la
poesía. ¿Existe otra amenaza más fuerte
que el deshielo, el racimo de
trementina en las sienes, la vestidura humedecida
por la sombra del que parte hacia
el arbusto del sonambulismo?
(La vida no está hecha sólo de buenas intenciones.)
—A la oscuridad se suman los ojos
devorados de la memoria: (vos y yo
lo sabemos cuando lavamos nuestros pies y dejamos caer de golpe
las culpas,
y la locura de estar al borde de otro espejo, tan incierto como
nosotros.)
a la luz que sube, yo bajo con
manos y boca al acuario…
Barataria, 02.IV.2013
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