Imagen cogida de la red
JUEGO DELIRANTE
…podrás
salvar tu vista; mas, si esto no lo hicieres,
nunca
podrás hallar las luces que ahora quieres.
GONZALO
DE BERCEO
Me siento
bien dentro de la taza de café descubriendo la mueca de las zonas oscuras
transgrediendo la saliva de la última mueca del zigzag que toca la puerta del
grito: he descubierto otros ojos a manera de cazador nocturno (el ojo de agua del horizonte atravesando
mis sienes los tantos Vía crucis en la línea que escapa de las aceras esa otra
herida que hacen las espinas alrededor de las pupilas) —en la última estación del genocidio el cuerpo en su diáspora de
cementerios los juegos del poder corroyendo las ventanas ¿hasta dónde llegan
las nueve estaciones del delirio, la hora nona de las palabras? Supongo que las
lanzas atraviesan el odre de la sed el Monte de los olivos a cuestas de la
multitud (de pronto se desmorona el
edificio de las persianas) camino entre los sobrevivientes de miles de
huesos entre la lepra que producen las aceras Lázaro ascendido a la luz el
Calvario descendido a abrojo (en las
manos el arcano desafiante de la fosa) en el enjambre y a oscuras el crimen
visto desde la rendija del aliento: lanza el paisaje su estertor el fuego ciego
escrito en la cruz el poro abierto en la oquedad del paraje —en cada estación el aprendizaje la diadema de las ansiedades el
minuto agónico del pálpito ¿quién sale ileso del día apretado y envilecido? ¿quién
deja de sentir el cardo en el aliento el ixcanal punzante del aletazo de la
noche el viaje ciego que enreda los cabellos? Siento en este viaje el destino
que perece y la losa que rompe los girasoles y el sollozo que cunde entonces en
el oleaje de esa irreversible sombra de la negación: Pilatos Caifás o Barrabás entumecido
el aliento nos consume el clavo y la almádana y el rostro sangrante diseminado
en los milenios hoy sobre el nudo de las aguas ¿hay regocijo? (desde la rudeza de las cuatro estaciones invocamos
la luz) yo no sé si hay cobijo en medio de tantas beligerancias entre
tantas simbologías macabras: está aquí el aletazo en su incandescencia
construyendo muletas el alambique del presente con su noche oscura sí desde el
grifo de las cúpulas no hay otro mar de Galilea ni un Getsemaní sino la
alambrada contra el poder profético ante el cielo putrefacto de lo insólito se
hacen más alucinantes los desiertos: el fósil de la respiración o el tótem
demolido con canutos de bambú —ante la amenaza inminente también
los dientes negros de la piedad y hasta los hacinamientos de peluche de las
alianzas y alabanzas (después de todo la
herida es un juego delirante que extiende sus incoherencias al más alto
interior de la conciencia) ya tirados los dardos del lanzallamas y el
picotazo debemos lavar las ansiedades y resucitar todos los días en medio del
escombro
Barataria,
28.III.2013
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