Foto de Open Art,
cogida del FB de Libraria Humanitas Valcea
EXTRAÑA SED
No termina
la sed en las bisagras del silencio entre música y orgasmos los tiliches o la
caja de Pandora del pudor las trivialidades y sus antónimos las estatuas en
disputa con una sed incoherente (al otro
lado del vértigo un callejón oscuro: escasean los recuerdos y la visibilidad)
sin duda vivimos en un cataclismo de imágenes disueltas (un bosque de pasiones agónicas)
inofensivos los pañuelos de la ingenuidad y las pupilas ¿entenderé
alguna vez la unilateralidad de los suspiros? ¿hasta cuándo las sombrillas
ebrias en medio de los dedos del calendario? —apremia la
doble imagen del aullido el río del salpullido en el sueño y esos inefables
inventarios de la claridad y esos bejucos de sal vistos a través de tragaluces (toda la calle es ya un acto de comunión con
la neblina) ¿Quién recoge las semillas del alma? El tiempo resulta ser
siempre sed de ausencias: hoja del espejo desbordado en el acantilado monótono destino del diluvio posmoderno acaso
nostalgia saltando sobre la breña del asfalto entre hojarasca y neumáticos entre telares de saliva derramada pálidas
incandescencias de la arcilla (por cierto
no me acostumbro a esta ardua faena de someterme tranquilamente a las lecciones
que me da la memoria cuando todo afuera es llovizna a secas genitales sin
nodriza y somníferos de telarañas) en realidad las sombras entreabren la
herida en vez de ocultarla baila la serpiente del desánimo el pluscuamperfecto
de la noche detrás de la alegría y la ternura las cloacas en la sumisión de las
palabras ¿existo? —solo estoy en tránsito a la espera de la osa mayor del orgasmo:
consagro mis sentidos a la bodega de la noche sé que hay fragmentos de guarumo y chichicaste y cuajatinta y pintura desecha
de las paredes (sé cuándo los niños descubren el arcoíris y atesoran las piscuchas y
los trompos) —hoy es un día como todos los días: no perdono mis tobillos de
tanto andar ni los ciegos brazos de la aurora ni la sombra alada de las pupilas
en el sofoco ¿derrama el cuerpo su propia luz? —llevo días
averiguándolo en el espejo de la transparencia ¿existe, acaso? después de abrirse a lo líquido el cuerpo y
los cabellos hacia dónde van el suelo perdido suelta sus pálpitos de nostalgia:
—el fuego del poema en todo caso purifica el río que crece en las
ingles siempre quedará gravitando en las aceras el eco de la almohada las
estrofas ahogadas del infinito mi propia muerte alucinada entre los árboles lo
demás es cuestión de tiempo: aun los bajorrelieves desfallecen en la soledad la
vastedad de la noche muerde mis sentidos: en realidad ya estoy acostumbrado a
la eternidad por supuesto no es invención de mi espejo sino producto de hurgar
en el paisaje…
Barataria,
10.IV.2013
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