Imagen cogida de la red
TRÁNSITO
Vengo del aire y de esos
destellos alados de piedra y espuma, del peltre
en el antebrazo del ala. Voy tras
la levedad a distancia de ventanas
y luciérnagas, ¿tiene el
horizonte andamios para contener mi tránsito,
detenerme un minuto sin funerales
absolutos? El ala no desgasta
la respiración, ni la boca de la
lluvia en las llaves del tronco universal
de los días de delirio. (Siempre camino pensando en los balcones).
La cortina del espejismo —pese a
todo— acumula, sin duda, ciertos rostros;
hasta donde sé, escarbo en la
vigilia,
(de otra manera sería imposible entender en aliento en la
andadura).
Escruto los vuelos llovidos en la
luz última, cada trasiego refleja
este vaivén de la sangre en la
garganta, soplo mi sed en el declive del aire,
sin dientes de relevo, mastico la
dualidad del desvelo.
—Entonces hasta el cuello, la
marejada de los pensamientos…
Barataria, 05.IV.2013
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