domingo, 14 de abril de 2013

PUERTA [CONSTRUCCIÓN DEL POEMA]

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PUERTA [CONSTRUCCIÓN DEL POEMA]




Cerremos esta puerta.
Lentas, despacio, que nuestras ropas caigan
como de sí mismos se desnudarían dioses.
JOSÉ SARAMAGO




Voy con mi diluvio de pensamientos hacia la puerta: no sé cuál se abre o cierra: es el tiempo que se diluye en mi rostro (supongo que alguien escucha mis zapatos) ante la indiferencia me refugio en lo inefable (acoto sin embargo en mi sombra) me da igual el horror que he enfrentado la brasa irreverente en mis poros  la ebriedad derramada de los pretéritos sigue la respiración pese al dintel oscuro la realidad es inmensa como las perversiones inverosímil pero transfigurada en el aliento ¿Puedo vivir de incógnita en este abandono?  (a menudo me pienso un personaje de locura) duele el espinazo al extender las manos duele conciliar el pálpito después de deambular sobre la vía pública de lo errátil después de avanzar y no llegar nunca al peldaño último de la escalera donde salga airoso el poema No hay pluscuamperfecto en el ladrido de los perros si acaso subjuntivo en algún vestíbulo donde roncan las semanas sin alfabeto (al llegar a la carpintería de la noche la navaja del grito degüella mis pulsiones ¿huyo antes que el insomnio me asesine?  Cruzo las calles defendiendo mi cuerpo no hay noches ni mañanas ni buenos días se fue el instante pese al polvillo que deambula como una mosca de ojo cíclope toda la noche es un adiós a mis ojos [vos claro] que ponés un pie en mi escritura y el otro en zizg zag frente a mis ganas de trepar a la piedra del poniente) todo es un paisaje caótico lo vislumbré desde el volumen del vaso de agua: lluvia callejones balcones sin sentido cualquier imaginario pasa por el tamiz de la conciencia menos el río o la estrella sino los tragantes suburbanos que desembocan en el sueño  los dedos herméticos de los muros o el laberinto extenuante que gotea como un pájaro moribundo la ciudad cambia su permanencia es decir su pelaje: ¿quién es mi contraparte en estas contradicciones?  ¿quién no teme abrir el corpus de su puerta para que entre la luz en esta humanidad del poema? por cierto caen como banderas rotas las enredaderas de mis aguas ¿en qué tiempo dejaré de ser criatura del extravío sin disimulo y sin melancolía? ¿Puede el olvido rehacer lo insobornable mis cenizas a punto de hacerse granito? (dejaré de partir y danzar  —cruje mi ropa encima de los años— anchos son todavía los portales de mis ojos el almacén de mi demencia y el filo que aún puede con la escarcha de los sentidos  todo lo incendiaré cuando me sepulten: que nada perviva que nada sea incluyo mi voz y mis ahogos incluyo los golpes de mi esqueleto  los abrazos que me dio la almádana o el martillo los libros que quitaron el estiércol de mis manos adiciono el antro de mis cosquilleos todos los ojos lavados del orgasmo el insulto y el rebuzno los juegos que estableció la paciencia) —no incluyo por supuesto el paladar me servirá para descubrir nuevos meses en la tierra…

Barataria, 04.IV.2013



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