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PUERTA [CONSTRUCCIÓN DEL POEMA]
Cerremos
esta puerta.
Lentas,
despacio, que nuestras ropas caigan
como
de sí mismos se desnudarían dioses.
JOSÉ
SARAMAGO
Voy con mi
diluvio de pensamientos hacia la puerta: no sé cuál se abre o cierra: es el
tiempo que se diluye en mi rostro (supongo
que alguien escucha mis zapatos) ante la indiferencia me refugio en lo
inefable (acoto sin embargo en mi sombra)
—me da igual el horror que he enfrentado la brasa irreverente en
mis poros la ebriedad derramada de los
pretéritos sigue la respiración pese al dintel oscuro la realidad es inmensa
como las perversiones inverosímil pero transfigurada en el aliento ¿Puedo vivir
de incógnita en este abandono? (a menudo me pienso un personaje de locura) duele
el espinazo al extender las manos duele conciliar el pálpito después de
deambular sobre la vía pública de lo errátil después de avanzar y no llegar
nunca al peldaño último de la escalera donde salga airoso el poema —No hay pluscuamperfecto en el ladrido de los perros si acaso
subjuntivo en algún vestíbulo donde roncan las semanas sin alfabeto (al llegar a la carpintería de la noche la
navaja del grito degüella mis pulsiones ¿huyo antes que el insomnio me
asesine? Cruzo las calles defendiendo mi
cuerpo no hay noches ni mañanas ni buenos días se fue el instante pese al
polvillo que deambula como una mosca de ojo cíclope toda la noche es un adiós a
mis ojos [vos claro] que ponés un pie en mi escritura y el otro en zizg zag
frente a mis ganas de trepar a la piedra del poniente) todo es un paisaje
caótico lo vislumbré desde el volumen del vaso de agua: lluvia callejones
balcones sin sentido cualquier imaginario pasa por el tamiz de la conciencia
menos el río o la estrella sino los tragantes suburbanos que desembocan en el
sueño los dedos herméticos de los muros
o el laberinto extenuante que gotea como un pájaro moribundo la ciudad cambia
su permanencia es decir su pelaje: ¿quién es mi contraparte en estas
contradicciones? ¿quién no teme abrir el
corpus de su puerta para que entre la luz en esta humanidad del poema? por
cierto caen como banderas rotas las enredaderas de mis aguas ¿en qué tiempo
dejaré de ser criatura del extravío sin disimulo y sin melancolía? ¿Puede el
olvido rehacer lo insobornable mis cenizas a punto de hacerse granito? (dejaré de partir y danzar —cruje mi ropa encima de los años— anchos son
todavía los portales de mis ojos el almacén de mi demencia y el filo que aún
puede con la escarcha de los sentidos
todo lo incendiaré cuando me sepulten: que nada perviva que nada sea
incluyo mi voz y mis ahogos incluyo los golpes de mi esqueleto los abrazos que me dio la almádana o el
martillo los libros que quitaron el estiércol de mis manos adiciono el antro de
mis cosquilleos todos los ojos lavados del orgasmo el insulto y el rebuzno los
juegos que estableció la paciencia) —no
incluyo por supuesto el paladar me servirá para descubrir nuevos meses en la
tierra…
Barataria, 04.IV.2013
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