Foto de Atalanta Arts Gallery,
cogida del FB de María
Bentancor Conde
SEÑALAMIENTOS
¿Quién
desde la pared
con
alfileres me pronuncia?
YVÁN SILÉN
Me muerde
el bramido de los alfileres y el sordo fragor de la tormenta.
Aquí el
muro derramado sobre la lágrima, la cumbre proscrita
del tacto
sobre el sexo, el aliento cruzado de la patria del pubis: arden
los ecos
del despeñadero,
el bramido
de la noche,
el semen
del mar como la canción de los piratas,
los
calcañales dolientes de tanta espera a la orilla del andrajo, casi
ya sin
ser, sino odio, la sangre que estalla de
ataúdes. En la noche
me llené
del vocabulario de las sombras,
negro
ardor de medianoche revestido de lámparas, hueca la carne, densa
la campana
sorda de las estrofas,
roncos los muertos en el endecasílabo
del pudor: juegan los alfileres
al eco de la ansiedad, —ahora
entiendo el prólogo que se anticipó al ruido
del hollín, a los pocos capítulos que
tuvo la conspiración.
(Si
entendí bien, ya no te puedes ir porque yo ya me he marchado. Prefiero los
arcaísmos, al neologismo dramático de los puñales; en realidad, fue mayor la
furia al regazo; de la fragancia a la histeria, fuimos la mísera querella, la
suerte del alarido y en ello, el vaticinio de la mano diestra de la fiereza. ¿Quién
desde la pared con alfileres me pronuncia? No más heridas en esta caverna donde
me hundo a contemplar la moraleja que queda entre mis manos; no más retumbo de
siniestra aritmética, cuando lo inverosímil triunfa con sus huestes. El aura
del incienso se resiste a la lisonja: centellea el viento en su propio júbilo.)
Barataria, 03.II.2013
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