martes, 12 de febrero de 2013

INTERIOR

Foto de Photo spirit, cogida del FB de Mirela Ciortan




INTERIOR




Vuelvo hacia el interior de los días cuando amanece. La porfía se vuelve invisible en las puertas, queman las ventanas su religiosa saliva;
todo está hecho para sustentar ciertas arqueologías, —la página fría
que leía mientras caminaba en los dobleces de los trenes—;
aún hay tantas preguntas que no he podido responder, la oscuridad
de la tinta en el cuaderno, la leche desparramada de los ecos,
la cacofonía de una lágrima
en el invierno lustroso de la cara, los gestos subversivos de la marea del confeti,
en el pétalo desprendido de las palabras.
—Habrá alguien que siempre cuestione mis agobios,
por suerte yo alumbro mis sábanas desde dentro  con el raro sueño
de las araucarias, —frente a mí, el agua mágica del infinito.
A veces, lo sé, la lágrima es un acto clandestino en las alambradas del aliento:
juega la fugacidad con una lucidez desdeñosa,
sólo así me explico la necesidad de embalsamar algunas cosas.
Son tales los afluentes interiores, que la conciencia se tornó absoluto:
la proclama de la tinta en las manos del poema, la versión del alma,
en la estantería del incendio, después los exteriores y sus miedos…

(Entre el desvelo obvio de la fonética, la sintaxis del arcano, el azogue y su virtuosismo oscuro: en la otredad, los ojos eluden el olvido. baja articulado el paraguas de los sonidos, el chasquido líquido de las consonantes.)

Barataria, febrero de 2013                                                                     



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