Pintura de Vincent Van Gogh, cogida de Pinterest
SEMBLANTE DE ZAPATOS
En las tardes me pongo a
transpirar las hojas sucias de los periódicos y las otras hojas que van
acumulando las aceras y las calles ennegrecidas de mis abrazos y los pájaros
que fluctúan picoteando mis ojos: yo siempre ciego alrededor de mis residuos en
medio del teatro movedizo de las
cucharas y su avieso furor y su balde de agua fría a mansalva y el verdugo
convulso de los excrementos: siempre los cuerpos chamuscados en el baldío de la
deshora por supuesto en esto no existe posibilidad alguna para inventar otros
silabarios toda certidumbre escapa en los vacíos o en la oscuridad no
cicatrizada del aliento para mañana de nuevo los estrépitos del silencio los
mocos anudados a los horarios las viejas inspiraciones azufradas de lirismo (cada quien cumple con su deber con la
palabra más allá de lo impalpable o las demasías o las omisiones) tanta sevicia no puede perdurar larga vida ni
florecer en invernaderos de dunas ni en ese manicomio derrengado de la
animosidad —juego
al cántaro de ataúdes de las palabras a
veces me atrevo a masticar las ilusiones el pez atrincherado en ciertos
silogismos el manojo de hongos dentro del ala para luego sentirme humano y
llorar mis historias seminales al cabo necesarias dentro la propia moribundia algunas veces uno finge donde nadie más lo
hace o ríe o llora o copula en los declives de la lluvia o muerde las rodajas
de viento de la angustia o pide un taxi para cruzar con prontitud la neblina
que nos deja el amargor de la tierra suelta de los difuntos (la indiferencia borra las paredes de
bahareque en mis fotografías nunca preguntan por mis incineraciones bueno
tampoco responden a su propia asfixia) todas aquellas grietas parecen
telegramas muertos de optimismo o mareos demasiado prolongados de la tortura o
descampadas frustraciones de bisutería o epitafios de sostenes desvencijados
siempre resulta extraño lo irresoluble y más en tiempo de confusiones: siempre
despierto al punto del sobresalto y con la avidez depredadora que tiene la
herrumbre en la sección de clasificados las quemaduras indeterminadas de las
puertas y las telarañas que fácilmente enredan mi lividez hasta el punto de lo
ominoso (jamás supe cuando enmudeció su
ternura)…
Barataria, 2017
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