Pintura de Vasily Kandinsky, cogida de Pinterest
CAMINO PETRIFICADO
No tengo nada para
ir o venir salvo los vacíos de este ser sin nadie: sin ojos ni piel ni ropa ni
doctrinas que recuperar ni paraísos que me sueñen: la realidad es un ojo
subyugado a formas hieráticas del decir a ciertos fuegos ensordecidos mudos de
dedales ardientes de formas y semanas mudos de caminos opacos de rostros
desocupados de tanto desoír el descolor de las durezas del espejo: uno siempre
está consagrado a las fugas y a esos ojales marcados por la ceniza a esos
caminos infieles del sueño y a las transacciones oscuras de los náufragos y a
la desnudez que carece de ventana pero pervive en ella la escarcha las manos
heladas de los nudos ciegos los siglos de ojeras colgando del combate desespera
la mirada que se pierde en el granito con ese sabor dulzón de las mojigaterías
o la flema que recorre el mentón de los olvidos casi a punto de ser un cuerpo
trémulo —antes le daba crédito a las antinomias y a aquellas porciones de
crepúsculo que se llevan entre los dientes como el hijo pródigo de las
vehemencias (juntos sangramos todas las
paradojas los dominios de lo impropio y las diferentes caras que le dimos al
extravío) ahora que lo pienso nunca
fue tan grande el horizonte ni los ruidos enormes de las circunstancias ni el
trote del suplicio de los relojes que a la medianoche acumulan y reconstruyen
fiebres y líquidos de exaltadas lenguas no es para menos cuando a uno se le
ahoga la garganta y disuelve las pupilas en una fábula en un dibujito de
miradas sublimes o en el sexo de lo inenarrable nada tiene sentido cuando la
desesperación lo quema todo: ni siquiera el olvido mitiga los escarabajos del
hambre ni siquiera el país deja de ser bello en medio de mis carnes enjutas el
alambique de la historia despierta en mi tórax pero claro después de tantas
asperezas carezco del calor necesario el frío ronco de pies entra en mis
vísceras: siempre el tiempo es un reino patético escaso de cobijas ahora me
escabullo entre caracoles fétidos: el ijillo y el asco forman parte de la
ternura sí enloquezco de urgencias y olvido la sed de tus calles y esa
condición descreída de las lluvias inimaginables (al final sólo tengo un nombre e ignoro por qué lo tengo ignoro qué
cuerpo definitivo debo restaurar quiero respirar en el vacío desoído de la rosa
o en la herida petrificada de las jarcias)…
Barataria, 2017
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