lunes, 18 de septiembre de 2017

CAMINO PETRIFICADO

Pintura de Vasily Kandinsky, cogida de Pinterest





CAMINO PETRIFICADO





No tengo nada para ir o venir salvo los vacíos de este ser sin nadie: sin ojos ni piel ni ropa ni doctrinas que recuperar ni paraísos que me sueñen: la realidad es un ojo subyugado a formas hieráticas del decir a ciertos fuegos ensordecidos mudos de dedales ardientes de formas y semanas mudos de caminos opacos de rostros desocupados de tanto desoír el descolor de las durezas del espejo: uno siempre está consagrado a las fugas y a esos ojales marcados por la ceniza a esos caminos infieles del sueño y a las transacciones oscuras de los náufragos y a la desnudez que carece de ventana pero pervive en ella la escarcha las manos heladas de los nudos ciegos los siglos de ojeras colgando del combate desespera la mirada que se pierde en el granito con ese sabor dulzón de las mojigaterías o la flema que recorre el mentón de los olvidos casi a punto de ser un cuerpo trémulo —antes le daba crédito a las antinomias y a aquellas porciones de crepúsculo que se llevan entre los dientes como el hijo pródigo de las vehemencias (juntos sangramos todas las paradojas los dominios de lo impropio y las diferentes caras que le dimos al extravío) ahora que lo pienso  nunca fue tan grande el horizonte ni los ruidos enormes de las circunstancias ni el trote del suplicio de los relojes que a la medianoche acumulan y reconstruyen fiebres y líquidos de exaltadas lenguas no es para menos cuando a uno se le ahoga la garganta y disuelve las pupilas en una fábula en un dibujito de miradas sublimes o en el sexo de lo inenarrable nada tiene sentido cuando la desesperación lo quema todo: ni siquiera el olvido mitiga los escarabajos del hambre ni siquiera el país deja de ser bello en medio de mis carnes enjutas el alambique de la historia despierta en mi tórax pero claro después de tantas asperezas carezco del calor necesario el frío ronco de pies entra en mis vísceras: siempre el tiempo es un reino patético escaso de cobijas ahora me escabullo entre caracoles fétidos: el ijillo y el asco forman parte de la ternura sí enloquezco de urgencias y olvido la sed de tus calles y esa condición descreída de las lluvias inimaginables (al final sólo tengo un nombre e ignoro por qué lo tengo ignoro qué cuerpo definitivo debo restaurar quiero respirar en el vacío desoído de la rosa o en la herida petrificada de las jarcias)…
Barataria, 2017

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