Pintura
de Richard Diebenkorn, cogida de Pinterest
FERMENTACIÓN DEL CAOS
En el fondo la historia no
deja de ser la misma aunque de vez en cuando cambien los protagonistas y se
profanen las entrañas de siempre: algunas veces nos hundimos en la mugre de
soledad del pocillo de peltre del relámpago titiritero que se avista en las
calles el grito es el mismo en la gota
de porfía de las sombras en las cuatro puntas dilapidadas del polvo en la
tormenta de aguas de la esplendidez de la ceniza ¿quién escapa de las cavernas
del sobresalto con un surco de salobres cadáveres y atriles de sangre por todos
los costados? Cada herida es implacable
en el aliento juro que quiero adueñarme de los espejos saludar las espinas sin
parpadear comulgar con mi propia fuga y más de algún imbécil de muchacho
anidaba mis sueños en las esquinas: la fatalidad sonreía ahí de manera
socarrona al punto de morderme con su filo detrás de cada mordedura me
desnudaban los cuervos con su ritual oscuro espeso de lentas brasas de anegada
gula y sin disimulo —pero es historia hasta cierto punto asquerosa conciencia
averiada de colmillos engaños como cualquier bulto en las pupilas claro uno
debe también hurgar en la anatomía del odio en el caos fermentado de los borrachos
en las heces optimistas del llanto en los amargos conformismos y los dolores de
cabeza desde la noche entonces es válido abrazar amorosamente lo pútrido dejar
a un lado las disidencias de adolescencia hacerle guiños a la infamia porque a
la par de ella comemos todos los días junto a vos país sediento muerdo la
vastedad de los periódicos y lamo las migajas que quedan en la lengua y me
enrosco como un chucho encerrado en su jaula nunca he pregonado la marchitez de
la rosa ni me he sustraído a ella pero tengo una ramita de paz en mi pecho
suficiente para verla en el espejo sin que la falsa piedad se adueñe de ella
ahora me avecino a la tarde de mi cadáver y no me incomodan la ingratitud ni el
ser solitario: uno siempre tiene un apellido tatuado en la piel de la ternura
suenan tantas cosas que me dejaron ciego las luciérnagas resuella la demencia
con ojo de cíclope también el gusanito de risa que recobro en la almohada
cuando ya nadie escucha al pájaro de fuego que circuncida las calles…
Barataria, 2017
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