Pintura de Jackson Pollock, cogida de Pinterest
JOROBA TEMPRANA DEL PRETÉRITO
En el hueso de sal de la
huida los ahoras quebrados del ala y el pie curvo de lo irrestañable crujen de
falsa sintaxis los zaguanes y cada una de las sombras gemelas de los ojos y
cada entierro que hacemos en la desbandada de saliva de los pañuelos: el futuro
no deja de ser una eternidad famélica en los colmillos del hambre o en ese
plural claustro de la metafísica sé que todos los fuegos se apagan en los
féretros el sabor tísico de las sombras o las distancias la joroba temprana del
pretérito o este dolor de relojes que nos deja el horizonte toda la memoria
escarba de puntillas en los orificios que va dejando el grito de la carcoma en
la obediencia del páramo los anillos desarmados del descolor o el acto posible
de la tortura en su pecho de lentas ojeras caminamos en medio del colapso del
peltre y calles con oscuros atriles y espejos carnívoros de galopes siempre
resulta terrible el azúcar de la inocencia y la amnesia en un costal de júbilos
el dolor en un puño de ruinas el despojo en un cuerpo torturado —hay tanto de ayer que sólo fingimos el presente
le damos mordiscos con laboriosidad de proxenetas ante la pesadumbre sin
condones respiramos en pedacitos de azar los mediodías las dietas para jugar a
los yogures también ensangrentamos de ebriedad las solapas sordas del cuerpo el
sollozo de alguien que perdió las ventanas en los trapos viejos del minuto ya
hay suficiente martirio como para seguir invocando ángeles protectores: en esta
hamaca de dolor se encaraman las palpitaciones decapitadas de la desnudez y
aquella porfía de buscar los pasadizos debajo de la demasía mientras dan ganas de
saltar la alambrada con zancos (en una
geografía maltrecha solo hay espacio para el sarcasmo para la novela y de vez
en cuando el sexo en paracaídas claro que no es fácil la alborada de lo
agridulce ni besar en cuclillas la montaña bisílaba de la propia locura: a
veces sólo hay que pensar en la barricada de las intoxicaciones y en los
rasguños que nos dejan los dientes y en la conciencia anegada de matorral y en todo
eso que supone pesebres en medio del desparpajo) en todo caso soy inocente
de cuanto predican ojales e hilvanes cada quien es responsable de construir sus
propias oscuridades: a menudo hay que regresar al espejo para ver las propias
confusiones…
Barataria, 2017
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