sábado, 16 de septiembre de 2017

AVIDEZ

Pintura de Zdzislaw Beksinski, cogida de Pinterest.






AVIDEZ





En ese trance de vísceras oscuras el silbo de los ojos en su emboscada perenne: ninguna extravagancia me es ajena ni los invisibles cuartones del sollozo ni los vacíos que dejan los analgésicos ni las fotografías amargas del desencanto todo cabe en las sombras: lo impúdico y los golpes de sed que no saben de reminiscencias ni de la resaca que me deja la embriaguez de tus muslos ¿Quién conoce esos agujeros negros del tiempo mi débil memoria de peces la suciedad acumulada en los hospitales y los años bisiestos? En la lengua del harapo de las bóvedas esa comezón de la euforia en la piel  ¿recuerdas?  —me dices— ¿cómo es el infierno postrero de los amantes los remolinos de culpas que se arremolinan como la hojarasca?  (no lo recuerdo) y sin embargo hay una jauría de tristeza en mi tórax una nube de minutos que nunca perdonan unas palabras sin mesura: lo cierto es que nos sobran féretros a la hora de inventariar las ojeras insumergibles del tránsito (también en la almohada mueren los sueños muere el corazón frente al puñal avieso de los monstruos que procrea el sonambulismo muere el mar sin bragas de los espejismos el mar con dientes apretados aúllan todas las luciérnagas traicionadas) en la fiebre del país me vienen también los moretones que me dejan las calles y las aceras ese mundo siempre oscuro y fugitivo de los murciélagos ese vientre de furias a la hora del rocío  —ignoro si debo olvidar todas las certidumbres aquellas depravaciones del ahogo y el aroma a levadura de las campánulas el animalito de la paz y su espejo roto (todo este dolor cárdeno me ahoga) y mientras gotea la boca sus fluidos putrefactos casi mordemos columnas de talpetate y granito cualquier herida prolonga la sinuosidad de la memoria y a ello se aviene una rosa de  osamentas como las dudas que nos deja el estiércol: al final la desnudez tiene parentesco con ciertas decapitaciones con el buche corrompido de los ruiseñores o con aquel circo macabro de los equívocos  —de todas formas siempre seremos polvo y hasta noche impredecible (supongo que lo comprendes) bocas adscritas al frío y la muerte: la acritud del horizonte sólo nos ha dado cobijas calcinadas y una ferocidad de polvo capaz de ponerle fin a las palabras…
Barataria, 2017

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