Fotografía de Heinrich Heidersberger -
Laederstraede,
Kopenhagen, 1935 (Pinterest)
SOMBRA DISPERSA
Cada espejo es una
sombra dispersa en la oscuridad un agujero cercano al aliento cada esbozo de
ella agoniza en las ojeras nunca hay certidumbre ni alojamiento para el
desenfreno de cada uno de los objetos que atizan mi locura: sombras de
sombreros con féretros irreverentes envoltorios de andrajos como un pasto de
polvo conmoviendo mis sandalias y sobre el tropezón de ruidos obsesos los
tiempos inverosímiles abrochados a ese infinito donde mueren oxidadas las aves
de la otredad duelen las radiografías dispersas de las uñas duelen las esquinas
del rostro en los ataúdes difuminados de la memoria (duele suponer el humo como aprendizaje y ceder al tanteo disperso de
los grises y a este presente roto de las palabras) —A menudo pienso qué es
mejor: detenerme o continuar comenzar sobre la piedra el día futuro abrir las
aguas de la nada enterrar los rieles del filo de los límites o caminar a la par
de las colillas acumuladas en el grito solitario de una gota a veces uno piensa
con normalidad la indiferencia y el absoluto sin huellas también en la fijación
del rigor mortis en los objetos acumulados debajo de la cama: pero ya no tengo
destinatarios ni la trama que una vez encerraron mis palabras mucho menos ese
juego insólito del infinito en mi cuerpo a cada quien le fue dada su porción de
infierno para que transite su propia puerta o umbral supongo que hay que gozar haber nacido y sonreírle a las
artimañas al fluir que nos hace descender debajo de las aguas (sólo la tortura nos hace sentir el tiempo aunque
neguemos mil veces su destrucción) —vos lo sabés porque conocés el lenguaje
de las lamentaciones cada uno de sus cuerpos abatidos sabés de los temblores
del paladar de todo el costal de deseos de los espejos del frío acurrucado que
muerde la angustia de las arrugas hundidas en las hojas de los periódicos (con todo extraño los fulminantes del desván
y la luna verde del chorrito de fuego) en el grito del manicomio de mis
pensamientos más de algún proverbio de sarcófago o un paraguas de letargos buscando
las alas temblorosas del trapecio al parecer todo está por desasirse llorar no
da claridad a la madera de los sueños tampoco lavar las cobijas supone abolir
los pecados debajo de ella…
Barataria, 2017
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