Imagen cogida de la red
COMPUERTAS
La plena lluvia, bajo el
resplandor de los relámpagos.
Abiertas las compuertas
del incendio: quizás una sombra o
los recuerdos hagan lo suyo.
Destrocé el rocío en fragmentos
diminutos, rompí el ojo y todos los rituales
de la expiación, (nunca fue paraíso la caverna),
ni el delirio una semilla
revelada.
El vértigo fue la única extensión
del agua corrida; siempre fue primero
la sal y su fosa,
siempre las trampas escarbando en
los poros, al acecho el plato y sus conjuros
y la trastienda honda de lo
infranqueable.
Un día, simplemente, dejé de ser
rehén de los guijarros…
Barataria, 26.X.2013
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