Imagen cogida de la red
LIMITACIONES
Nunca resulta suficiente el tiempo para el olvido, el
tiempo preciso.
A menudo, la hoguera o el destiempo nos arrebatan,
impasibles, el sosiego.
Ante la voz, la hoja que se desliza a través de los
andenes, casi
como un nudo de monedas encendiendo el aliento.
(Roto el paladar se
desfiguran los sueños: dan pavor los alacranes y su ovillado
pasto de solapas y
sus falsos pudores.)
En el metal de niebla de las agitaciones, los retratos
hundidos de los ojos.
Y este cuerpo con aguas de pálidas lavanderías.
Y este brote de pretéritos ríos.
Siempre estamos suspendidos en las ojeras de algún metal
sonámbulo,
o en el entullecido goteo de lo incomprensible.
Siempre existen cavernas que desparraman sus instintos: resulta
imposible
la luminosidad de las sombras en este presente de
sospecha permanente.
Se imponen las mercancías del reverso.
A veces sólo debo quedarme con el frío y sus varios
epígrafes.
Desde la bragueta semiabierta de los atrios y tragaluces,
la proximidad
de candiles, el ojo energúmeno de la noche.
Cierta mudez tritura las hojas de sangre de la entraña.
Ahora empiezo a entender todas cicatrices momificadas del
sueño,
y la niebla anochecida que van acumulando los años del
desamparo.
—De momento, uno abre los párpados endurecidos.
Y escribo nombres oscuros en la noche y siente las
distancias gélidas.
Tanto he caminado
que la muerte ha pulverizado a la aurora.
Barataria, 2017
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