Pintura de Wassily Kandinsky
DESFACHATECES
Y sin embargo ¿en qué
sitio palpita la ternura? ¿En qué oscuridad intransitable los paraguas la hora
irremediable del aliento? Siempre caminamos a través de ese follaje gris del
olvido sin que el tiempo deje de ser suicida en la cercanía del pájaro
enroscado en la hoja de cierzo aparecen las humedades endurecidas: sobre el
cuenco de las manos los rastrojos y la canícula que derrama sus hervores a mis
espaldas los goznes del vacío y el repentino galopar de los párpados y aquellas
palabras nunca dichas como una herida encendida de sombras claro que todo es
incierto en las aguas movedizas del espejo: sobrevivir en los párpados es haber
roto el telón de las semanas y el eje de la herrumbre siempre duele el follaje
en una piel imposible bajo las escaleras arremolinadas del aliento ensombrecido
de cuerpos fatigado de paladares en desuso alrededor de la última luz de los
ventanales las linternas de los viejos aturdimientos: la noche atraviesa la
garganta como un cáncer inenarrable mientras hilvano los últimos estertores
sobre el petate coagulado en mi espalda —todo en mi es caos y
calamidad: el pudor escurre en mi desfachatez y crece como extraña raíz así
pues solo vivo mientras dura el sueño gira la estatua de la lejanía en medio de
tantos nombres abandonados por la memoria alucinan los desmedidos cielos de la
garganta me quedo no sea que la calle deje de pronunciarme me quedo no sea que
las habitaciones se hundan en mi pecho como dardos me quedo con el lenguaje del
escombro de los sarcófagos: desnudo en la precariedad los quinqués destilan
lágrimas amarillas…
Barataria, 2017
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