Imagen cogida de la red
SENDEROS PRECIPITADOS
Las semanas han sido un bosque de ascos
desde entonces el hambre ha pasado a ser cómplice del tizne al igual que la
próxima herida en el costado al igual que esta súplica cavando en el sollozo
vivimos una esperanza desvivida
excesivamente impredecible hasta hoy no ha habido indulto para la
embriaguez ni otra prisión que tu desnudez pensada ni otro invierno que los
desgarramientos ni otro comensal que el sudor y su alta temperatura de páramo nos
apremian los senderos precipitados y nos invoca la fosa siempre falta el vuelo
para respirar las espigas juro que es así cuando las miradas andan ausentes en
las aceras: martilla el ardor del desvelo y las precipitaciones del frío y la
muerte circunstancial sobre mi mesa en la tormenta del rescoldo apremian ciegos
los mordiscos y el libro sin tinta de la diáspora
En otro tiempo no hubo relojes que azuzaran
el sueño ni lluvias amarillas póstumas en mis ojos ni paréntesis desiguales de
espejismo pero uno sabe que debe callar frente al moho dejar caer la cortina
del silencio remendar por si acaso los molinos de viento del insomnio
(Mi
voz de rodillas suena terrible en los andenes: un megáfono de sueños ladra en
los sustantivos del vaticinio me disperso ante los flecos del alarido corro de
dolor en medio de la escarcha de las luciérnagas veo el fueguito del poniente
como el vecino arrimado a sus inclemencias)…
Barataria, 2017
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