Imagen cogida de la red
FLUIR
DEL ENTRESUEÑO
En medio de los médanos del paladar, la
conciencia anulada por el desvelo.
¿Qué árbol de polvo se enreda en el
aliento?
¿Qué herrumbres nos amanecen en el
matorral de la salmuera, en el golpe inasible
que nos da el tiempo?
Durante todos estos años, la penuria,
los silogismos caducos de la sed,
los colores invertidos de la
respiración, el grito de soledad de los proverbios,
esa siempre explosiva fugacidad de las
mañanas.
Nadie duerme sin embargo con tantas
grietas en la conciencia:
nadie cuando uno anticipa la noche y
sus adustos huéspedes, la sombra
y el desvelo del granito, la humareda
de mortajas y sus respetivos agobios.
Una mano invisible nos revela la
rebelión de la oscuridad.
La ceniza nos recuerda el entresueño
del hervor, la oscura llama del soplo,
algunos espejos colmados de bruma,
o tal vez aquella lejanía junto a los
matorrales de la infancia.
Desde siempre hay extravíos en el pez
de los relojes y su teoría de rotaciones.
Quemo el eco de caballos al galope para
quedarme en un resquicio.
Existe una edad anónima, ésa de la
sangre sin horarios.
En un punto de las humedades furtivas, alguien
tiñe de ansias la desnudez.
(En
momentos furtivos son abundantes las monedas de la obstinación;
recuerdo
el roce del petate en el frío, las lluvias quemadas en la boca,
los
ruidos fingidos que emergen de la oscuridad, la rosa de piedra del abandono,
o acaso la brizna sobre las criptas
huecas del murmullo)…
Barataria, 12.VIII.2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario