Fotografía de Sergio Larraín, cogida de galaxiaup.com
CONSTANCIA
DE LOS OJOS
Siempre así los ojos en la redonda sed de ver el calendario,
claridad cuya esencia
se quema en las calles con todo ese fluir de sombras
mortales.
Imagino, los rojos paisajes de la claridad, a veces muecas
sofocantes, fosas
donde nadie descifra la oscuridad.
Transito solo con esa intimidad fiel de mis palabras,
entreabierto el instinto,
siempre como una manera de descifrar el mundo.
Vedme calentando mis manos en el fogón de los deseos, en los
escupitajos
reiterados de las aceras, en la caminata sobre aguas
disgregadas.
Lo corpóreo es una sombra que suaviza la brisa: sólo me
limito a los pájaros,
y a esos lugares necesarios como los burdeles, imponentes,
con telepates
y apoyados en horquetas de lejanía.
Desde este gozo de estrépitos, retengo mis ojos allí donde
no mirarían
los ángeles: azules los relentes próximos a los encajes,
peces de espuma en la lucidez de la linterna, quebrado el
semen de la prisa,
desembocan los perros callejeros de la locura, sin que
agonice la luna del cielo.
¿Y qué decir de todo este contubernio de estaciones, de
burdeles
peligrosamente iluminados y pintados de arcoíris?
Hay constantes reinos de culpas y tumbas. La historia como
cualquier
desdoblamiento acaba siendo pesadilla, o reliquia de adustas
armaduras.
He aprendido de las alas estropeadas de los amantes hasta
con cuatro parejas.
Hay tantos vicios, ⎼figúrese usté⎼ que uno ya ni siquiera
puede
con los propios calcañales, ni con ese circo de cámaras y
divanes…
Barataria, 16.VIII.2016
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