Imagen cogida de la red
LABERINTO
Me declaro impotente fuera de mis
zapatos. Por doquier el ojo abre laberintos,
y heridas que quedaron en las
sombras del aliento.
En medio de tanta nostalgia, las
luciérnagas se vuelven un tabú en los encajes;
en el apogeo del insomnio, los
centímetros del mar y su forma consumada.
¿Hacia dónde tira el horizonte
sus lentas calles?
Desde la perversión de la
almohada, ¿qué rumbo tiene el hambre y su secuela?
(Siempre hay horas postreras para la defunción de los cipreses)
Al menos eso me parece cuando
quiero fugarme de los sobresaltos.
En la hoguera flotante de las
puertas, el gran teatro de los sueños echado
al agua de las acequias: gotea la
luz peces de polilla.
Cuando madura lo irremediable, es
desmedida mi propia miseria.
(Supongo que también el silencio es un laberinto con sus propios
designios.)
Barataria, 17.IX.2014
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