Imagen cogida de la red
RELECTURA DEL TIEMPO
También nuestras mañanas se
hicieron noches en la pantalla del horizonte.
He regresado solo y ciego al
fervor de la entraña: dondequiera hay monedas
amargas en los puertos, (siempre me sorprenden las calles con ese
fuego
incomprensible de lo humano);
intento cualquier cosa para no
verme en medio del hollín, en ese ojo
de la sábana vacía, en los
crímenes que le dan cansancio a mi aliento.
Ya no tiene sentido la mendicidad
sin comensales.
De nuevo el día se hace huraño en
el sueño. ¿Es posible cruzar la realidad
en medio del estiércol, solo el
abanico de los itinerarios?
Vuelvo a la ceniza del olvido,
¿quién lo diría? —Aquel frío está así:
con ojeras profundas, con miedo a
las mismas relojerías desconocidas…
Barataria, 14.IX.2014
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