Imagen cogida de la red
OFICIO
La claridad es el oficio de
fiebre del poema. Imantación del ojo, después
de haber vivido en la
incandescencia del tizne.
Cada día me despido del tiempo y
los sueños: las palabras del escapulario
lo explican todo, son las
onomatopeyas las que horadan mis sentidos.
No tengo otro oficio más que
éste: desempolvar el reloj del alfabeto,
morder la sombra gris de los
juramentos,
sacudirme el prontuario de las
hormigas, sumergirme en las entrañas
del vértigo hasta abrir las
compuertas de la indiferencia.
Mi oficio es asir la yesca del
aire y tirar a los cuatro vientos la hojarasca.
(Si me queda algún lugar por nombrar es porque forma parte del
cielo;
desde siempre trato de buscarle el sentido a los pedazos del calendario.)
—En cada página, humedezco de
tinta y salmuera, esos espantapájaros
que ayunan en mis párpados…
Barataria, 14.IX.2014
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