Imagen cogida de la red
TIERRA DEL ENTRESUEÑO
Es casi gemido el ojo puesto en
el laberinto de todo cuanto descuaja
lo vital: vos sos la tierra del
ensueño, el lavatorio de la tinta en la conciencia.
Nadie más puede entender este
largo invierno de la sangre.
En el odre prolijo del
desangramiento, las mismas preguntas de siempre
que descienden a la noche, el
enjambre del pálpito, acaso también la rendija
del aliento que seduce los
cabellos.
¿Quién nos dio esta fiebre de
sibaritas para luego estremecernos
en el vertedero del frío y los
recuerdos? ¿Qué absolutos nos condujeron
a esta penuria donde el desamparo
crece como un crucifijo?
Abro la aldaba interior de la
escritura, solo para trazar pájaros amarillos.
(Por si acaso, pienso en los trenes, en los rieles que pernoctan
en las palabras,
pienso en las alas sin nudos y sin amenazas,
pienso en la hogaza de música que habita en tu ombligo,
pienso en los dientes aferrados a la brasa de tu sexo: nuestra
fosa común
está debajo del escombro.) Habrá días menos atroces a las manufacturas…
Barataria, 09.IX.2014
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