Imagen cogida de la red
CONVERSACIÓN EN SNOWBIRD
Vos aquí contando las horas en
cada rama de frío: aunque uno no lo crea,
existen también trenes de hielo y
destinos que se acentúan con el goteo
de la nieve. (Imagino todos los días con sed insaciable de multiplicar
los orgasmos, mientras los esquiadores contemplan el horizonte.
Llueve imprevisiblemente hasta olvidarnos; hay ebriedad de
entrañas. Es bueno
así, —me digo—, y no estar en medio de tantos cadáveres, entre
luciérnagas
apagadas, a kilómetros de distancia de la muerte.)
Siempre estamos entre dos sueños:
el del ahogo sereno de la incandescencia,
y el respiro vehemente de la
poesía.
El de la aldaba mojada de la
euforia y la melodía despiadada de la alucinación,
entre la inmolación dentro de la
hoguera y ese llenar de gemidos la página.
—Vos sabés que los sueños siempre
nos recuerdan.
Yo, entre estas sombras, sólo
demoro mi partida. Al filo del reloj, los amarillos
contrastes que combatimos en la
garganta.
Luego te volvés pasto blanco de
estaciones como aquella montaña de enfrente
que roza las sienes con sigilo,
como el alba que humea de cierzo.
—De pronto pienso en la historia
de los sueños, en esa extraña historia
del olvido, en los brazos donde
vivimos de costumbre.
¿Somos, acaso, el sueño postrero
de la sombra? —Quizá la sombra de la carne,
la sed áspera del pájaro, la
escritura del alba en el olvido.
Entretanto, nos resignamos al
fuego y al frío de dos memorias en el sueño.
Barataria, 04.V.2015
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