Imagen tomada de la red
ELOGIO A LA CENIZA
nunca me
encontré con otro sabor en la boca que no fuera la ceniza: el murmullo oscuro
de las escaleras y ese polen disecado en medio de la noche y aunque parezcan
anacrónicas estas sombras me arrastran hacia las esquinas del asco durante la
noche escucho su música oscura y la desesperación de los minutos sí es intenso
el ronquido de la flama y los herbarios colgados de la pared donde el sombrero
de las fotografías es una horrible realidad me desconciertan estos juegos
sucios de las alcantarillas el ir y regresar dentro de ciertos andenes urgentes
entrar a los terrenos de la repulsión obligar al pañuelo a que se llene de
inmundicias recuerdo que el último adiós que di fue a deshoras de las brasas
con cierto disimulo de trenes azorados —imbécil yo darle vida a las
pesadillas abrir el zaguán del aliento para luego revolcarme en la manía de las
colillas desde el fósforo que alumbra las sábanas hay horas que parecen piezas
de museo alojadas dentro de las verrugas de la respiración sé que es un
despropósito la efervescencia de la ceniza en la garganta y todos esos días
próximos a la enajenación al punto de ser sin ser en el tintineo del carraspeo (hay siempre esa extraña sensación de
despedida ¿puede el despojo dar siempre señales de abismo o es sólo la grieta
del tiempo en el sueño? ) —entre tanto nombre de ceniza
pervive lo fugaz y lo perenne de la muerte como esa ambrosía del orgasmo
múltiple ¿siempre caben las lágrimas en
el viento o desaparecen al igual que el rocío? mientras el designio se vuelve
despiadada navaja recurro a todas mis edades anteriores: bajo los ojos el gozo
de la escritura y hasta elogio este maleficio de quitarle a los balcones el
delirio cuando estoy en la penumbra de lo invisible escucho con más ahínco el
silencio y veo la transparencia de las aguas que cruzan la tinta de la carne
hasta el fondo de lo diminuto: la oscuridad no deja de ser un labriego tenaz
siempre al acecho sus colmillos de sombras sobre mis sienes el absoluto tabanco
de la agonía lo íngrimo de los pétalos floridos el pez hasta el cuello del
bestiario delante de mí la tormenta invencible ¿hasta cuándo aquí las lámparas
simuladas de la compañía la ceniza incesante haciendo memorable las mortajas de
la saliva? hay de pronto en las ramas de la tierra andenes que gravitan en las
ventanillas de los trenes así se vuelve tormenta este camino: candelabros en la
taza negra del bostezo o del último pálpito [Vos]
has sido sin duda el ala esquiva en mi lluvia de herrumbre todas las palabras
después de todo comienzan a tener sentido: sonidos como timbres arrugados
genitales destruidos en la boca los espejos vuelven sórdida cada ración de
ceniza del abismo así con toda esta bisutería espero la sangrienta ceniza de lo insondable
Barataria,
21.XII.2012
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