martes, 1 de enero de 2013

ELOGIO A LA CENIZA

Imagen tomada de la red





ELOGIO A LA CENIZA




nunca me encontré con otro sabor en la boca que no fuera la ceniza: el murmullo oscuro de las escaleras y ese polen disecado en medio de la noche y aunque parezcan anacrónicas estas sombras me arrastran hacia las esquinas del asco durante la noche escucho su música oscura y la desesperación de los minutos sí es intenso el ronquido de la flama y los herbarios colgados de la pared donde el sombrero de las fotografías es una horrible realidad me desconciertan estos juegos sucios de las alcantarillas el ir y regresar dentro de ciertos andenes urgentes entrar a los terrenos de la repulsión obligar al pañuelo a que se llene de inmundicias recuerdo que el último adiós que di fue a deshoras de las brasas con cierto disimulo de trenes azorados imbécil yo darle vida a las pesadillas abrir el zaguán del aliento para luego revolcarme en la manía de las colillas desde el fósforo que alumbra las sábanas hay horas que parecen piezas de museo alojadas dentro de las verrugas de la respiración sé que es un despropósito la efervescencia de la ceniza en la garganta y todos esos días próximos a la enajenación al punto de ser sin ser en el tintineo del carraspeo (hay siempre esa extraña sensación de despedida ¿puede el despojo dar siempre señales de abismo o es sólo la grieta del tiempo en el sueño? ) entre tanto nombre de ceniza pervive lo fugaz y lo perenne de la muerte como esa ambrosía del orgasmo múltiple  ¿siempre caben las lágrimas en el viento o desaparecen al igual que el rocío? mientras el designio se vuelve despiadada navaja recurro a todas mis edades anteriores: bajo los ojos el gozo de la escritura y hasta elogio este maleficio de quitarle a los balcones el delirio cuando estoy en la penumbra de lo invisible escucho con más ahínco el silencio y veo la transparencia de las aguas que cruzan la tinta de la carne hasta el fondo de lo diminuto: la oscuridad no deja de ser un labriego tenaz siempre al acecho sus colmillos de sombras sobre mis sienes el absoluto tabanco de la agonía lo íngrimo de los pétalos floridos el pez hasta el cuello del bestiario delante de mí la tormenta invencible ¿hasta cuándo aquí las lámparas simuladas de la compañía la ceniza incesante haciendo memorable las mortajas de la saliva? hay de pronto en las ramas de la tierra andenes que gravitan en las ventanillas de los trenes así se vuelve tormenta este camino: candelabros en la taza negra del bostezo o del último pálpito [Vos] has sido sin duda el ala esquiva en mi lluvia de herrumbre todas las palabras después de todo comienzan a tener sentido: sonidos como timbres arrugados genitales destruidos en la boca los espejos vuelven sórdida cada ración de ceniza del abismo así con toda esta bisutería espero  la sangrienta ceniza de lo insondable

Barataria, 21.XII.2012


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