INDAGACIONES
¿Es posible una nueva teoría de
los encajes? ¿Puede tocarse el pubis
de la espuma sin que deje de ser
altar? —Esto, claro,
mientras pienso al tiro al blanco de la pulsación del centauro.
En cada espejo tengo una
sorpresa: la muerte cada vez está más cerca,
del ijillo de avidez de las
entrepiernas.
—Deduzco que en el frío, sienten
amparo los abrigos y los sombreros,
al punto de convertirse
en aliados férreos de la
inmunidad.
Y si fuera poco, la medianoche es
una desgracia sin luciérnagas, oscuros
pezones en el azúcar de los
dedos, oscura cena de la gravedad.
Sobre la roca, ¿son transitorias
las guitarras, el puñal dulce de la alegría?
—¿Podemos simplemente vivir entre
las ráfagas?
Cada árbol es un orgasmo de
vigilias, el delirio del orégano
sobre la espalda,
las aguas propias del vacío,
la carne en un puchito de
eternidad:
escombros de la rama en el papel
de la tinta. Furia de la neblina.
Lo impúdico es la otra noche del
día: ancho horizonte, las veces que morimos
sofocados por la oscura claridad
de las bragas del brindis.
En los ojos, los estragos de
las sábanas…
Barataria, 08.I.2013
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