Imagen tomada de la red
LA LUZ NUESTRA DE CADA DÍA
¿Es acaso nuestra la luz de cada
día? ¿El océano con su gota de agonía?
A dos manos soy el que tira la
suerte al rocío.
El horizonte en el ala de una
codorniz, el misterio fugaz de la solapas,
aquella mujer pegada al baúl de
las raíces.
—Aquí en mis pensamientos la
Negación de las tres veces,
las abejas en el tajo del hacha,
una porción del deslumbramiento
habitado.
Y de repente las miles de
antorchas del océano se apagan: viene la arcilla
para modelar la salvación del
aliento,
todos los instantes son
magnetismos en el idioma de los gestos,
el viento que aventaja a la hoja
que cae, el pájaro imposible del desvelo:
—hoy somos una vorágine, los
dientes lanzan su intrepidez,
sobre la ácida luz del ahogo.
¿Existen días para vivir y morir?
—Yo quiero un ataúd de limonada,
o un cuaderno profundo en las
inclemencias del desvelo.
A veces es inevitable el vinagre en los clavos que sostienen los
túneles
del pájaro disfrazado de la
herrumbre.
Barataria, 08.I.2013
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