Imagen tomada del FB de Sofía Rodríguez García
AGUJERO
Golpean los huecos en las aguas ahogadas de la lengua. Golpea
la doctrina de la noche en los
jardines suspendidos del cáñamo de los ojos:
—todo lo que ganamos se perdió
inútilmente en el aire afilado
de las campanas vacías,
tu mirada ahora se desvanece en
los pabilos rotos del azogue,
caballos de furia galopan ahora
en las aguas hondas de la noche:
¿qué final tuvo la historia del
rostro y la ternura, la ventana como fiebre
de guitarras, el pulso sonoro del
aliento?
Ya no hay porfía ni reniego en
todo esto, sino liturgia de la voz desvivida:
acaso el grito en el peñasco de
la espuma que subió hasta la nariz,
el pozo del mural profundo de los
sueños, el desparpajo del convite.
Entre un día y otro, los
pedacitos de escarcha de los espejos,
y entre ellos, también, el
agujero del pálpito como la sombra del mundo.
Si hay retorno al nosotros, será
como los huesos atravesando el mapamundi
de cuanto abrimos en las sombras
de las paredes.
Nos comimos de un tajo la
ternura. Vaciamos el sol del armario.
Profunda es la noche en nuestras
propias oscuridades.
Barataria, 23.I.2013
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