Fotografía de Fran Barrero,
tomada de
ojodigital.com
CORRIENTE DE AGUA
desde la
clandestinidad el júbilo ¿acaso es la misma rama genésica del agua del libre
destino de la transparencia los tiempos circulares que nos recrean la sed o la
tinta sobre la hoja de trébol de la sombra mientras discurre la corriente de la
desnudez con su río de tiempo? ¿Es la vida o la muerte la que nos confiere la
palabra o nos las quita para emular un poco la mendicidad del viento? hasta cuándo ese lagrimal de los relojes será
también el pozo del sollozo el día de sombras líquidas en medio de la salmuera
en curso? ¿Es pútrida la sal oscura del semen que desclava la lengua? ¿hacia dónde dirijo mi locura estos ahogos de
andenes y calles indecibles esta perpetuidad de la fuga cuando sólo busco ya el
reposo de la tinta y el amanecer esperado en el poema? vivido entre aves azoras no espero sino el despojo derramado: en la
sed de la página el alba sin embargo y los olvidos que me libran de la pesadez
del tiempo cuando camino hacia ciertos nombres los ojos beben el ataúd cansado
de los cuervos (no sé en qué parte del
mundo dejan de nacer huesos en qué balcones no hay moho ni ceniza en qué
altares no hay fuerzas oscuras en qué atrios no acecha la saliva) de pronto
pienso que todo es patético: las palabras como las campanas suenan así me doy
cuenta que existen los colibríes del sexo y desde luego el espejismo al que nos
somete el jadeo o el bostezo o el cuaderno milenario del cielo uno nunca sabe
finalmente hacia dónde van las corrientes de agua si es el principio o el fin
la creación de los deseos el aparejo del alba en medio de la breña cuando
llueve me interno en el dialecto de las hojas mojadas en esa flor de la gota
terrestre que encuentra su mundo en las sienes y en la estación del paraguas:
en la calle las sombras de los barquitos de papel y el espejo que ha lavado la
lluvia antes de volverse lenta embarcación de adioses cada día me someto al
extravío de las esquinas: me da curiosidad la indiferencia hacia el frío la
curiosidad por reír de nada la pérdida de memoria de los antídotos y las
contradicciones a las que me somete la furia y el muladar del pensamiento por
suerte ante la alucinación de la sed dejé de ir corriente abajo del riachuelo
de este mundo: los cuchillos del insomnio me quitaron el
miedo y tendí allí entre una sombra y otra una distancia prudente al diluvio
después de todo cada cual lleva su propio abismo en los dientes: yo llevo el
mío lo construí a cada golpe de andenes entre vivos y muertos petrificados
entre sepulturas y el hampa entre el fuego y el vértigo sangrante de las
lámparas entre el vacío de las puertas y el cuenco raído de la voz: desde
entonces tengo mi propia habitación y esas corrientes de agua que humedecen mis
sueños para ser otro sueño dejo de bostezar en la tormenta…
Barataria,
24.XII.2012
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