miércoles, 2 de noviembre de 2011

FUNDACIÓN DE LA HERIDA


Fue después de la lluvia, cuando todavía la memoria izaba banderas,
el pecho un agua duplicada de peces,
las vestiduras aún con el color del buen augurio,
las manos con luciérnagas de rocío.
Imagen tomada de Miswallpapers.net





FUNDACIÓN DE LA HERIDA




Let us pause in life's pleasures and count its many tears
while we all sup sorrow with the poor.
there's a song that will linger forever in our ears,
oh, hard times, come again no more.
BOB DYLAN [HARD TIMES]




Fue en los jardines perdidos de la conciencia, cuando el día sucumbió
en lo yermo, cuando los ojos se volvieron inservibles.
¿Quién se atreve a desnudar las ventanas, la serpiente de la sombra,
el incienso abrazado a los esqueletos del miedo?
¿Quién nos dio tanta muerte para tan poca vida, tantos espejos
sin zapatos, tanto cierzo acobardado en el ombligo?
Fue en el sueño viscoso de la ciénaga, en donde la desnudez cobró
su ración de frío: la claridad perforada por el viento,
la escalera del escalpelo convertida en paraguas, ciegos poros
de la lámpara en la sangre del cuerpo.

¿Quién hizo cárcavas para roer el sueño y colgó espinas de las palabras,
cambió las flautas por el sonido oscuro de los grillos?
¿Quién emigró del arco iris después de volver ceniza los colores,
después de gastar las manos en los bolsillos del suspiro,
después de sembrar en piedra las sombrilla de las mariposas,
después de deshacer el cojín del horizonte?
Fue en el armario de los recuerdos, donde se cimbró el alfiler del sollozo,
las horas sin llaves, el naufragio pleno, envejecido de los ojos,
la ola aguzada en el teorema de las aguas,
vaciadas alforjas de los párpados.

¿Quién nos dio tanto túmulo en un follaje de hojas sin nombre,
el tobillo roto sobre el muro sumergido de las estatuas?
¿Quién puso páramos al aliento, acequias de pájaros moribundos
en el río líquido de los pies, en el caballo mugriento de la noche?
Fue después de la lluvia, cuando todavía la memoria izaba banderas,
el pecho un agua duplicada de peces,
las vestiduras aún con el color del buen augurio,
las manos con luciérnagas de rocío.

Así, todo antes de la herida. Una y otra vez el hambre y la fogata,
toda el alba sin piedras ni pañuelos, todas las palabras juntas
en la colina del pecho, en la cercanía del arca de la semilla.
Fue entonces cuando descendí a los infiernos, ¡ah, este vértigo
de pústulas y blasfemias, este guijarro del tatuaje en el camino!
¿Quién me trajo doliente a esta muerte del alma, a este animal
lúgubre que soy en el galope sepulcral de la sal?
¿Quién lanzó espejos quebrados como taladros y después mordió
el despojo en los calcetines, en la primera desnudez del hachazo,
en la luz que era torpe, pero era?
Fue antes y hoy. Fue en la hora nona del gozo.
Fue justo cuando perseguía las distancias, el camino obediente
de la brasa, las manos arrimadas a las alas…

Barataria, noviembre de 2011

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