viernes, 11 de noviembre de 2011

DETRÁS DE LA PUERTA, OTRO MUNDO NOS ESPERA


Es poca la distancia de una sombra a otra, de una viga a la otra,
en los andamios de la semana, los huesos del calendario,
la bocanada De aire oscuro, las manos al borde del taburete,
el humo del candil Mordiendo las agallas, el fuego lento del kerosén,
la raja de ocote Sin tregua en el aliento, en ese bosque oscuro
de la piedra asida a las manos.
Imagen tomada de Miswallpapers.net





DETRÁS DE LA PUERTA, OTRO MUNDO NOS ESPERA




TEODORO. —Si llegases a convencer a todos los demás,
como a mí, de la verdad de lo que dices, Sócrates,
habría más paz y menos males entre los hombres.
PLATÓN




Detrás de la puerta otro mundo nos espera, —fantasmas de dudosa
procedencia, una fila de persianas del tamaño de las agujas,
hebras de nostalgias que nada tienen que ver con el alma,
sábanas sin memoria, como una vivencia de sediciosos espejos;
a lo largo de las pulseras del grito, la metafísica del follaje viene a la boca,
pánicos compungidos en las telarañas del altar que cuelga del adobe,
paredes grises, sin candiles, ojos que ignoran la dialéctica del tránsito.
Es poca la distancia de una sombra a otra, de una viga a la otra,
en los andamios de la semana, los huesos del calendario,
la bocanada De aire oscuro, las manos al borde del taburete,
el humo del candil Mordiendo las agallas, el fuego lento del kerosén,
la raja de ocote Sin tregua en el aliento, en ese bosque oscuro
de la piedra asida a las manos.

—¿Es este mundo u otro mundo con disfraces? El mismo desorden
creciente de la náusea, hostiles dibujos agarrándose de las sienes,
mordiendo la respiración a ritmo de cascos; detrás de cada disparate,
el trueno fluctúa en los salmos, muerde cada minucia de desvelo,
llega al punto el muñón de lo inminente.

(Ya estoy acostumbrado a los horizontes que no dan tregua,
a las escaleras del tamaño de la lluvia, a los deseos insepultos
del cuaderno, de escribir perdiéndome en la sal de los sentidos.
A veces, cabalgar junto a la tinta, es mejor que cualquier analgésico,
mejor que el sexo a deshora del solsticio,
mejor que leer, incluso, Crimen y castigo, mejor que leer cualquier
libro de memorias, transitar por la respiración de la infancia,
callar si es preciso cuando la noche decrece,
hacerme invisible ante tanta estulticia, ante el largo precipicio
de los profetas que gastaron su vida en maquinaciones innecesarias.)

Prefiero ser disonante a la música del viento, soy feliz no siendo
cuerdo, de esa manera recobro las verdades cotidianas;
prefiero no ver ni oír los trances bufos del día, por eso me adhiero
a la caverna, a mis propias confidencias iluminadas por el umbral.
De puerta en puerta, el cactus de las calles se vuelve espejo:
la hojarasca me parece una habitación formidable, el abrojo
es mi guitarra, (casa y puerta) sólo son inventos míos, arrugas
de mi marcha, que me devuelven a la profundidad de las aguas.

He desperdiciado el tiempo tratando de detener el goteo de las tejas,
el camino incesante de los huesos sin camisa; he ganado horas
adivinando ese otro mundo envuelto en saña, la paciencia ha sido
mi mejor aliada para descifrar la lógica subhumana del tráfico,
los quiebres del relámpago en las sienes, el zigzag esbozado
de la claridad, el pensamiento gris de la calvicie.
Detrás de la puerta, otro mundo nos espera…

Barataria, noviembre de 2011

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