martes, 23 de mayo de 2017

MUNDO DE BARRO

Imagen cogida de la red






MUNDO DE BARRO




Somos mundo de barro nada más. Allí se condensan todos los fuegos
del aliento y esas lunas, a veces, inexpresivas de las palabras.
De pronto una caricia me resulta incomprensible entre tantos rudimentos;
sé de la desesperación que remontan mis debilitados vientos,
y de lo irascible que resulta la sospecha.

Sé de los pájaros afiebrados de la noche y su remoto cierzo de oasis.

Sé de las jeringas que se aferran a las venas y del matapalo que engendra
féretros y de los candiles que siembran el tizne
y del ciego desorden de caminar entre múltiples tempestades.

Uno puede pensar en el único universo posible: el silencio, el camino sordo
de la demasía, las aceras ahogándose en las insinuaciones.
Ya he perdido la ráfaga y la corporeidad de los metales: el infinito es quimera
para mi materia, tan mutable como los cambios de estación.
En otras manos, mis manos perennes de barro sin que pueda prescindir
de la fábula, sin que deje de ser tanteo.

También los lenguajes consagrados se desmoronan.

Uno lo sabe cuando deja de palparse, entre negras y densas muertes.

Cada vez el rostro es de nadie. Y queda descampado en la tierra.
Ahora sé que sólo soy carne del tiempo, terrible aridez de lo impronunciable.
Soy menos que hambre, después de todo.

Aquí únicamente hay escombros para los días venideros…

Barataria, 2017

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