Imagen cogida de Printerest
ESCORIA ENTRE DIENTES
Conozco la escoria que se desmenuza entre los dientes,
la ropa vacía
de alguna lágrima, los zapatos de polvo en calles
oscuras.
Además de las oscuranas, alguien trafica con la noche,
mastica tabaco
y palabrea desmochados pájaros.
Soy solo un animal que indaga entre la maleza y
advierte sus temores.
Para el tiempo desconocido soy labriego de mundos: el
infierno es apenas
ese disfraz aburrido de muchos deslaves.
Por cierto, en el aliento se enrollan bufandas de aire y cautivos letargos.
Ignoro qué dicen los trapos viejos cuando susurran al
oído.
En el tórax se tullen las miserias sin posibilidades de
persianas.
Hacia alguna cortina de ceniza, el ladrido de la
nostalgia como eco ahogado.
Siempre en los huecos hay sonidos imperecederos.
En la sal, el conjuro creciente de las estatuas, la
rama oscura de alguna
campana, la hipnosis podrida de las telarañas.
Ya he perdido, por cierto, la cuenta de los meses y los
pies que arrastran
mi sombra y los oídos que me explican el sustento y mi
otro nacimiento.
Empiezo a desatarme los nudos de mi laberinto.
Aprieto el ala de mis osamentas, los pantalones rotos
de los golpes.
Uno nunca sabe hasta dónde llegan las torceduras de los
senderos,
ni hasta qué edad se puede andar descalzo, entre tantos
guijarros y agujeros.
A estas alturas debo estar loco, loco pacífico, claro.
Creciente de infinito.
Barataria, 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario