Fotografía de C'est la vie, notre vie,
cogida del Fb de María Luisa de Urquijo
ORIFICIO
De pronto, sobre el orificio del
vacío de la noche, la certeza inalterable del mar,
el café negro de la noche en el
brocal de la aldaba.
En él, un poco lo trashumante y
la ceniza, el patio del delirio desplumado
en los altares ocultos del timbal.
(El tiempo no tiene más colores que el de los fósforos encendidos
o apagados,
que todos los veranos y su retórica, a menudo cínica.)
Al borde de los zapatos
acostumbrados, las horas terminan en las heces
ciegas de la abstracción. Nunca
es fácil, —me has dicho— tener devoción
por las ideas, cambiar el arco
iris carcomido de los demiurgos,
reírle al bisturí de las calles,
ser obediente al celibato de los senderos,
o rascarse las ronchas dejando
intacta la piel.
Cualesquiera, —después de todo—
puede lamer las impurezas que salen
del más allá del entresueño…
Barataria, 2014
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