Imagen cogida de la red
GARRA DE CUERVO
una voz se entreabre para mostrar su
oscuro deseo
el amante negro sube las escaleras
arrebatado por
la danza frenética
Aldo Pellegrini
Sobre la rama agonizante del crepúsculo vocifera y rasga el
cuervo: sus garras encorvadas tocan la aldaba del sigilo la carroña que siempre
está a disposición del charco de sal convulso de los transeúntes en la
temeridad de los días ninguno pasa desapercibido ningún día es inocente no hay
misterio en los zapatos de la muerte sólo madrigueras allí de pájaros fríos
pájaros como gotas de noches indecisas
plenitudes castrantes por donde avanzan las sombras ¿quién se anticipa a abrir el ojo de la
cerradura, a morder lo inverosímil de la zarza sembrada en el pecho? son meses aviesos allá las embarcaciones
dispersas de la niebla heridas las manos de tanto atajar las losas anónimas de muchos
respiros (vos quemás mi pecho cualquier
meditación que rumia en la memoria cualquier vacío que nos deja la historia
amarillas bicicletas trapos viejos y otros tiliches de menor cuantía y otras
almádanas retorcidas en la lengua y otros presentes que sólo caben en los
sepultureros y sus códigos de epitafios) no sé si alguna neutralidad
posible haga lo suyo mientras trasciende el bajorrelieve de la saliva te
escribo en última instancia una arqueología de lejanías creo que vale al menos
la pena picotear las esquinas de los sobres el crimen garrapatoso de los
amantes rompernos las vísceras en las
páginas superponer la locura de los periódicos pinchar la piel de las doctrinas
hasta desinflarlas nos volvemos irreconocibles en la uña del maniqueísmo en el testamento mutilado por la marea cuando
abrimos el espejismo nos encontramos con la enredadera de las plumas manchadas
de sangre el ijillo de los arcanos es atroz
como los velorios en el mercado de la poesía nosotros sabemos claro
hacia dónde van las aguas estamos a punto de ponerle otro nombre a los
desgarramientos tu besos y el beso acendrado inaccesible confuso para otros
esperamos que crezca la resina del entresueño para contar por puchitos la luz
una nube sorda y ciega un abismo del tamaño de los escapularios el jazmín convaleciente del ungüento después
de todo conjugamos inocentes la aspereza la llave mineral de las abejas la piel
profética del paraíso creo que jamás dejaremos de ser corderos siempre estará
allí la mística turbia de la ceniza el matapolo sacramental y ahuecado de
ciertas palabras de ciertas aves de cierta identidad hecha a merced de las
migajas es así cuando escucho la hermosura de ese trino ahuecado como un
caserío despoblado así de profundo es el lugar donde cava la vigilia sé que mis
brazos y pupilas son inútiles hay relámpagos que carecen de cordura y en cambio
es patente la afasia la voz
deliberadamente oscura a ratos asumo mi propia nulidad siempre vivo amordazado
por el poderío estéril del sollozo siempre fugitivo e inasible pidiéndole a los
ojos que no se cierren siempre la intemperie delatora de mis redundancias la
historia imposible con sus máscaras los estertores acumulados en los albañales
y la odisea negra de los relieves ahora es obvio morderle el cordón umbilical a
las sacristías al velorio permanente de las lámparas a la astilla de ocote del
inconsciente a ratos naufrago en la
campana de mi sangre en cada golpe de pecho que doy frente al espejo: vivir da
igual después de todo morir a perpetuidad rasgado por el cuerpo de la borrasca
picoteado de cabeza a pies desabrigado por el mundo (con tu jerga ya me habías dicho que nos salvaríamos casi de manera
inmisericorde por eso no he impugnado trenes ni barcos ni piscuchas creo que un
día negaremos nuestra propia memoria y eso está bien para nuestra salud mental)…
Barataria, 01.III.2014
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