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cogida de eluthefantasy.blogspot.com
DESESPERACIÓN
un rostro
ilumina y calienta las cosas duras
que formaban
parte de la muerte…
Pierre
Revérdy
Tal vez un
día ya no sean mis huesos en esta escarcha del follaje ni la sangre flote en el
letargo de la memoria: no sé en qué consistió todo el desbalance del fuego
mortecino en la carreta del sigilo ignoro si fue galope el polvo del relámpago
sólo he podido vivir de la expiación de los meses en fermento de mi muerte y otras
muertes sin indulgencia alguna la herrumbre se ha vuelto indolente e indomable
mis ojos reproducen la arcilla y todos los desafectos de la noche en el zigzag
empedernido del viento ¿vendrá Heráclito
a remover la polilla de los armarios? ¿vendrán otros celajes no el mismo atril
con incienso no la levitación a ultranza de la boca —me llevas me traes de una sombra a otra del agua clara a la
hosquedad del pantano de la comba del ombligo a la circularidad desnuda del ojo
(es
duro penetrar los jardines en medio de tantas sombras la desesperación es mayor
cuando la lejanía se torna implacable y el ala no alcanza para ampliar la
puerta del horizonte la perpetuidad de las ventanas lo sé ahora cuando las
estatuas nos envuelven y cabalgan las heces en el fragor de mi muerte) todo
ha terminado como terminan las mortajas en la tierra todo es verdad en el
cuerpo lacio de la saliva en la soledad que produce el despojo cada vez la
astilla se hace evidente en la carne los gestos los zapatos la ropa todo
estorba a fin de cuentas cuando ya el
lenguaje quebró el abecedario de los bufones cuando han desaparecido las
herrerías para herrar los cascos del ataúd furioso que somos cada cordal duele
como una espina hay penumbra en las encías y en el paladar duro del pálpito en
las ingles otrora pródigas —vos jamás entenderás la rama
mordida del despojo mis días de furias y cansancio jamás de nuevo los sueños
reunidos porque todo es efímero: esto me lo dijeron los abuelos a manera de
enseñanza hoy me alucina la campana muda de los muros las cucharas con moscas
el estrépito de los moscardones las esquinas sinuosas de las cucarachas el
evangelio de los postreros días la sopa de mondongo sin comensales al final
sólo son viables los recuerdos como el tráfico pesado entre baches ¿habrá
olvido para la sed de antes? ¿nos reinventaremos acaso en una servilleta de
McDonald? ¿saldrán de la ruina oscura los sueños los insectos los comensales
aquel fuego de brazos? me temo que nada tiene sentido: ni por alusión la yesca
o el yute el refrán el taburete en medio de la hojarasca los portales inmóviles
del vomito las doce estaciones de la orfandad cada vez la bestia de la lejanía
es evidente es evidente la niebla en el calendario es evidente la bruma en la
aureola de tus pezones el poema después de todo que ya perdió su infancia ahora
es el hijo pródigo de la parábola el menos buscado de la sed y el hambre lo más
parecido a la condena y al hollín al calabozo húmedo de los gestos fríos del
olvido pero hay que seguir ignoro si debemos cambiar los sueños y atenernos al
soplo divino del tiempo no sé si las paredes oyen el infierno de la ley las
apuestas de la garganta en los anillos del ojal ignoro si regresamos a
quedarnos o sólo seremos huéspedes siempre huéspedes de la palabra seca estéril
todo lo confiamos a las aguas creyendo que eran insobornables: hoy sabemos que
no era cierto y que los círculos tienen su propio desierto como las sombras
alfileres como el fango su propia sal insomne en el próximo nacimiento evitaremos
los tatuajes y el espejismo en las cobijas —(nunca
dije que la soledad careciera de sacrificios: dejemos caminar la iconografía
fálica del espíritu yuxtapuesto de nuestros cadáveres)…
Barataria, 2014
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