Imagen cogida de la red
NOCHE
me muerdes
noche de galeones y centauros me muerdes noche de apátridas y exilios me
muerdes noche de paradojas me muerdes opaca moneda de la sed las arenas convocadas
los médanos y vaguadas del infierno muerdes los pesares del aliento las paredes
ávidas de tempestad los desiertos del tiempo y las vallas publicitarias—ahora cuando las escaleras descienden al ceno y no queda tiempo ni
vestigio muerde el búho su propio letargo de sombras los despojos presentidos
de los retratos ahí donde no sobreviven las calles de antaño ni la juventud ida
irremediablemente como una gota del éter en las estaciones de la herida los
hierros repiten su sueño despiadado: ¿hay alba para la indiferencia? desnudo el celofán de lo remoto el columpio
perdido en las sombras envolventes hoy solo habitan las sombras vanas del polvo
somos indefensos ante el rito del llanto nos estremecen los abanicos de la tormenta
el in media res de la sangre usurpada las invasiones irremediables a la
esperanza ¿guarda alguna indulgencia el follaje de la noche? he vivido allí entre cántaros marchitos no sé
si haya sobrevivientes en los días postreros a esta confusión inmensa de ceniza
bajo a los sombreros de la salmuera ásperos los días como las certezas el
sudario irrevocable de la paciencia siempre estuve al filo del destierro: jamás
dije palabra alguna me quedé por cierto sin manos ni brazos tal vez por eso
todo el fragor se tornó herrumbre: alguien camina en medio de la noche como un
sobreviviente enlutado la polvareda cumple su misión de sombra: no sé si al
callar he ganado no sé si el karma enciende ramitas de hierbabuena de culantro de
incienso hoy vivo en las regiones más inhóspitas del sueño (supongo que la claridad siempre es legítima aspiración una conquista o
un mero artificio ¡cuántas calles de sal prodigan el anhelo! Lo sé porque
siempre he vivido en el desamparo y aunque todo es efímero los atavismos avivan
ciertos desvelos) en la otra calle de la memoria encontré por cierto el
letargo de los sedimentos y esos trofeos sin vida de la exasperación encontré
muertos una y otra vez muertos una y otra vez el estampido de la violencia
¿Quién me alumbra en esta aridez? ¿Quién
me quita este destino mortecino el desdén de las monedas? Y hay otro exilio: vivir entre las asperezas
la hostilidad de ser mordido ser colmado por crecientes y continuas emboscadas ¿Quién me escucha? Me he quedado un poco más
debajo de los muertos ciego de tierra y silencios muerto de vivir en el
desierto cercano a todos los que duermen
definitivo como el duelo todo cae de golpe hasta la inocencia hasta los tejados
y los que hablan de guerras callar se tornó un nicho dentro de tantos sombreros
de alarde en mis huesos últimos la dignidad que no claudica aunque me abrigue
el hambre y el harapo voy ligero en el desvelo ligero como los breves días de
la eternidad ¡que se apaguen todas las luces de las ventanas! Vengo del mundo
voy al mundo…
Barataria,
27.VIII.2013
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