Imagen cogida de la red
DESAPEGO
Me alejo, pues, de las imágenes
negras de los círculos. Ya sólo pensar
me causa escozor; prefiero, de
pronto, no hacerlo y seguir la sombra
rugosa de la lluvia, al cabo,
filial para mis ojos.
—Sé, sin embargo, cuánto pesa la
mesa vacía y sin mantel.
(Quiero estar en mis trapos viejos, aquí, cuando la tarde trabaja
con los difuntos, en el espejo cansado del crepúsculo.)
¿Qué me dices, después de dejar
el alma? —Nada habré de decir, socavados
los miedos. Nada en la claridad
cuando asciendo.
Tiemblan las vitrinas del oleaje
del horizonte, apenas abolidos
los sonambulismos, el imán de los
mástiles en los párpados, las llaves
purificadas del calostro…
Barataria, 20.IX.2013
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