Imagen cogida de la red
HARTAZGO
después de
todo nos queda de los días de tempestad las greñas de lo irrecobrable las
puertas enlutadas del semen el crucifijo sepultado ya de las promesas: son
extraños los nudos que lamen la saliva y
la lisonja que no dura más que un cerillo entre pálidos vientos de estival (no
puedo hablar de alianzas sino de tumbas no puedo hablar de pureza de altares
sólo de aquel retablo colgado de los deseos más siniestros nada he recobrado
desde entonces: ni siquiera la lejanía a veces yerta e implacable) jamás
entendí los juegos sucios del azogue ni el cambio de vagón al mismo vagón de
los años —verdadera maraña del hartazgo— ¿hacia
qué caminos retorcidos lleva el sigilo el fardo de oprimidas ruindades? quedan las alegaciones y la brusquedad el
mimetismo a boca de jarro y todos los días endurecidos de mendigo en el pubis de jade de las almendras las siete
cabritas del invierno la hamaca de los párpados tendida sobre la hojarasca
tarde me di cuenta del montón de cuervos acechando como el estrépito del viento
olvidaba el ronroneo lacustre del violín desbocado en los tatuajes el
camafeo de ventana siniestra —unos dirán que fue hazaña el sonambulismo a la
distancia sólo veo vuelo de papalotes y un coleóptero aferrándose al azar ¿tiene
sentido la lealtad como una enciclopedia fosforescente? juegas a los arquetipos
de la impudicia a la exaltación orgásmica de la epopeya: por fin un mimo que
trasiega con la saliva del prójimo un fantasma a expensas del oxígeno y aún
ríes con mazo de cinco tiempos con manotazos
de mano náufraga en medio de una sintaxis ambigua pero es digno verte
noche —noche innegable claro está— entre muchas páginas y adustas espinas (mientras otros descubren la estampa sucia
el agua llovida en el vaso el ojo se congrega en otras ramas de innegable
meditación uno termina por hartarse de las brasas y la ceniza: cansa lo
superfluo el maniqueísmo la vanidad imponente y hasta las utilidades
comerciales del cosmopolitismo) por cierto que aprendí las falacias en el
silogismo del haikú y es obvio ahora —ahora desde luego— toda la insensatez
meridional de las palabras el abominable hermetismo del absoluto ¿qué hace ahora en el antro del
lápiz labial en situación de cuadernillo ya no de poesía épica con esa fiebre
de cleptomanía? desnuda te ves bien sangrando como una botella recién sacada de
la nevera desnuda lloras entre los nubarrones de los candiles apagados desnuda
ante el ruido de los automotores desnuda hacia el fondo del orégano —vos noche
la noche que retuerce la Vía Láctea el oleaje del cigarrillo las hambres de
todo el día de las aceras la Patria con sus inviernos a media asta bebiéndonos
en su lujuria toda la ciudadanía sé que te hartas y me harto supongo que
prevalece la noche siniestra de los escarabajos allá ebria con tus propios
metabolismos con ese vicio de usurpar la florescencia con tu vicio de animal en
celo: en todo caso ya es bagazo el camino andado nada hay en la sartén con alas
son extraños los güistes que juegan en la espalda extraña la ropa y la parva de
plumas como la bocanada de gotas de la tormenta mueres aquí en el agua salada
del cántaro de la noche (sólo es ajuate
el polvillo que brota del peltre)…
Barataria,
23.IX.2013
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