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CREMATORIO
Después cundirá el anonimato,
pero morirá de nostalgia mi perro.
Ya no seré prisionero de tantas
convulsiones de saliva: perdí la noción
del tiempo tratando de ser hombre
libre;
(las mordazas no permiten balbucear ni siquiera lo inmensurable.)
Me equivoqué como tantas veces:
sólo quise respirar en medio del griterío,
entre rehenes y delirios
subterráneos,
entre los claveles rojos de los
faroles hasta el cansancio.
—Alguien me recluyó esparciendo
detractores para cubrir su déficit
monetario (la poesía también endurece el alma),
lo digo ahora cuando arde la
cortesía de los refranes en escabeche
de carnaval. Ah, el portazo de la
noche metálica y el crujido de la claridad.
Barataria, 23.IX.2013
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