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DUREZA
como el
pedernal las sábanas la cortina adusta
del horizonte los baúles y estas manos que perdieron la noción del pétalo días
remotos días de sílice la penumbra en las enredaderas del solsticio hacia el
gris los tapiales moribundos los faroles dormidos en la nostalgia ¿qué
fantasmas trotan en medio de la tormenta? —entra la espina como un juego de
alfileres es el cadáver de los tantos inviernos transcurridos caducas las
fotografías como losas prehistóricas hablo de los trenes y del cine mudo sé que
hay una isla anochecida en el alma isla que declinó a la geografía al mapa de
otras fantasías duelen las callosidades de la tarde confundo el matapalo con la
más común de las enredaderas ahora el poniente me parece una mortaja: cada vez
me acerco a la caja de Pandora de las inundaciones suda el tren de mis ojos su
rancia maquinaria en el cántaro de la hoguera
todos los eucaliptos como largos vagones de un paisaje indefinible es
como si siempre asistiera al matadero de las lámparas: solemnes los relojes en
las redes del óxido desde la ventana los pájaros que me dicen adiós como una
iglesia arropada de melancolía más allá la brújula en la niebla del alfabeto
todo el mapa a la sombra del candil gritan los días condenados a las abejas al
ruido anegado de adustas estaciones (por
supuesto nadie piensa en la escarcha que proclamaron los espejos nadie piensa
en aquellos días trizados por la pólvora en los muros que fue necesario
derribar con los estandartes de la muerte lo cierto es que el recuerdo se abre
al polvo golpea el musgo en la garganta décadas despidiendo sus alucinaciones)
si algo he detestado siempre es no saber con quién hablo a quién le doy la
mano y quién quiere morder mis cenizas ¿están
hechas las llagas para ocultar los sueños o sólo es otra forma de las aguas
pútridas que circulan alrededor de la piel? a veces el desencanto flota
simplemente como un navío en las altas esferas de lo humano otras veces expía
muerde los manteles se viste de comensal fosforescente en realidad nunca he
sabido quien acompaña mis pasos: si la muerte o su mueca si la memoria o el
aliento avergonzado de las promesas si la memoria con su salmuera sonámbula o
esa otra parte de los retratos que llevo muertos desde el último tren que
derramó rieles de dudoso brebaje (al final me enternece ser viajero de un
clima resignado a las estrías de un tiempo de aullidos que no es mi tiempo:
alguien dirá que soy críptico como la piedra que nunca responde a los
girasoles) mientras me aparto de las disputas a voluntad propia río como
una bestia en celo es lo que no me pueden quitar aun sofocando mi sangre y
coraje río como lo hace el soldado de infantería sólo fío mi galope a la
almohada y al calendario al hechizo de la infancia río aún cuando me juzgan río
del perdón y las disculpas de las llaves del relámpago de lo amargo nunca he
sido el hijo Pródigo sigo mi camino el que ha elegido mi propio sudario…
Barataria,
29.VIII.2013
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