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CONTRALUZ
buceo en lo
más recóndito de las aguas abiertas de las sombras hora tras hora en los
epílogos del contraluz de los triángulos ahí los caballitos de mar en
estanterías de sal se ahoga la claridad
en el suplicio de mis poros: pájaros de un largo mar hacen su estrépito en mi memoria
de los muelles el vuelo de mi infancia los húmedos relojes de las ramas solo
agosto llueve sombras añejas ayer minutos de caracoles tierra adentro en el
azogue de las defunciones bajo aquellos taburetes de la ternura el cuerpo
atardecido de las miradas —los inviernos que nunca han
cesado desde mi infancia el retumbo de las aguas como el ojo en la fragata del
horizonte voy siempre como una extraña presencia de aldabas no sé qué prisión
se bebió el último sol de mis pálpitos pese a todo la inmensidad consume los
presagios todos los instantes que quedaron postrados bajo la sábana insondable
del destierro desde el azar lo inédito de las rodillas y este morir manifiesto
sobre la piedra de la agonía cuando pensé en el futuro no tuve en cuenta los
muros del pasado ni lo incierto de las estaciones ni el mar: lejano regazo
escrito por el viento nunca tuve en cuenta los horcones de la prosapia ni el
mal de ojo de las cámaras ocultas del desvarío nunca la cinematografía hizo
visible el merendero del sollozo ni el humo enroscado que dejaron los trenes
cuando deshojaron el extravío de mi almohada ahora mis recuerdos destripados
ven las añoranzas y recurrencias el caballito lento de la canela casi
proverbial en su militancia de olfato en los variados libros de las aguas las
librerías póstumas del terciopelo y la luz dolorosa de los candelabros al otro
lado de las verjas los cuervos con su sexo expurgado el luminous White para incisivos y el cool mint para evadir las sombras que deja el aliento siempre hay
algo que pone en duda mi patriotismo, los niños afeitados de las legumbres el
álgebra en la penumbra del fósforo aquella santa redondez de la hostia que
siempre me produjo miedo en el fondo siempre trato de confesar todos mis
pecados incluyendo los no materializados pensados sí en la conversación con los
apóstoles del evangelio ¿es pecado la tristeza? ¿es sacrilegio morder los
ataúdes y las muelas cordales del
horizonte? después de todo uno tiene que descreer hasta de la espuma —descreer sí— descreer de la hojarasca y del arco iris de las aguas
que nos beben de las enredaderas quietas en los tapiales de la escopeta que
sangra en las manos descreer de las banderas de niebla del trueno que juega a
luz natural o de los duros años de la espina (después de todo los inviernos ya están oxidados no hay arterias
inflamables en los cadáveres ni sementeras para nuevos relojes si acaso caminos
donde murieron los sueños postreros: primavera de los huesos) con el viento
en contra de las lámparas el contraluz como un cardo en las sienes siempre es
así: dentro de las redes o sobre el barniz brama con su alfabeto el planisferio…
Barataria,
27.VIII.2013
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