Foto de Photo spirit,tomada del FB Mirela Ciortan
FLAMA
Mar
de ansia y del delirio —he aquí…
SAINT-JOHN
PERSE
en la
estancia de madera el fuego hecho de contagiosa religión: dentro del pabilo el
papel lacrado en las manos el metalenguaje como un vitral inefable en la
redondez de la gota de tinta que quiere
convertirse en poema y luego marchar a través de la inmaterialidad del aliento entre
esa luz y las reminiscencias del crepúsculo la persiana de los sentidos
pronuncian la claridad una y otra vez respiro en el ciego plato de la sombra
que me alimenta no importan las semanas y los meses toda la pesadumbre de mi
memoria colgando de todos los crímenes del sueño —a menudo me
ata la pobreza de mi risa los túneles impasibles de la garganta la mano
confundida de la polilla agazapada en la fábula de los tiempos: me sigue
sucediendo el tiempo con cierta demencia ¿qué abrigos invento para mis huesos?
¿ qué imágenes dejan de ser voraces en los ojos allí donde cruje el sexo
desangrado? vivo en esta suerte de préstamo del calendario y su ataúd en la
fila residual de los tragantes ahí donde el alba es trágico azogue mínima
ternura en la jerarquía de las cucharas ya no sé si por costumbre reincido en
el mismo velorio de mis pensamientos casi a punto de ser extraña criatura en
medio de la luz nazco y muero en la mueca de la pesadumbre: mi demencia
engendró espejos de tedio y fábulas de nocturnos pómulos quizá la lluvia o el
fuego lo resuman todo: las manos sobre la mesa sólo fue un sueño de
proporciones iguales al vacío —cuando fui consciente de la
pobreza opté por el sacramento de la
intemperie y por la lluvia interminable de la avidez olvidado de todo paraíso
la acumulación de calles y portales los sonidos huecos cruzando la conciencia
hasta colmar de angustia las aceras si hay algo que aja la noción del poema es
este folio de hollín mordiendo el entrecejo la meditación sobre las armónicas
sepultadas y esa tinta negra que sale de la boca con afasia de migajas me duele
el trasluz de las vigas que danza como un fantasma equilibrista en medio de los
sonidos de la resina del eucaliptus a veces es la escarcha del crepúsculo la
que está sobre el plato: la boca atardece en la taza de café luego los
ronquidos de la noche como el aguijón de los nombres agudos los trenes líquidos
del suspiro en el largometraje del pie
forzado de la décima me quedo así donde (“hierven
las cosas consumidas por una llama hambrienta que ya alcanzó mi calcañal y
muerde me está doliendo el mundo revienta como pústula me duele en mí como un
templo destruido”) atrás de las puertas la rugosidad de los tapiales y el
polvo temible que colma mis poros es aquí donde invoco el arca aunque sólo sea
para que mis ojos se salven una sombra tras otras en los sonidos del lenguaje…
Barataria,
28.I.2013