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LECTURAS
INFINITAS
En el pedaleo
de los imaginarios el imposible de las lecturas infinitas en el ojo los viejos
evangelios de la tragedia humana el congénito escenario del caos: en alguna
puerta olvidada las ojeras póstumas del abandono con su secuela de antros o el
irrefrenado sopor de los apóstoles los tormentos eróticos del absoluto las
introspecciones inmediatas de los manifiestos siempre hay apremios a la hora de
exaltar los artificios de la demencia la reuma obligada de ciertas escrituras (siempre obedezco a las formas premonitorias
de la escritura y a esas noches desiertas que invocan al unísono las
obscenidades de la tierra con ello el torbellino de las antenas parabólicas del
sexo y su brecha de disertaciones en la oscuridad nacida de Lautréamont se
corta el vello púbico de la herida mientras las aguas llegan al grial del
muelle donde el rocío nos da su ración turgente después salta la liebre sobre
la centella gótica del semen) ante la rosa líquida de la ventana se
apolilla el infinito y su carne de cocina de leña —seguro que cada quien va a la
deriva de sus propias claridades de sus demonios salobres de oscuridad de sus
viejas manías de sillas abandonadas a través de los posibles absolutos nunca
faltan los tropezones en ayunas ni las palabras carentes de plusvalía ni las
ideas autónomas a la letra cada quien agita sus propios silencios a la hora
abisal de los retretes a los gemidos ciertos que hay en cada página no escrita
siempre existe un modo de platicar con la noche o el búho con el misterio
descreído de los techos o con los monumentos inacabados que nos atisba el
umbral del aliento por cierto bebemos en astillas de luz la mudanza doméstica
de los candiles el panadero en desuso pedaleando la harina del estupro la
cajita prestada de la intimidad enmudezco frente a la orina duplicada y sus
ronquidos de calle siniestra en el argot del pájaro el espejo inoportuno de las
oscuridades y la maloliente congoja de los cementerios cuando ya hayan acabado
los arrebatos la desnudez asimétrica del mundo vaciaremos las tuberías que
encierran la alegría y desharemos las costuras de las paredes y los adustos
broches de cerradura (duele la lectura
destornillada del polvo y esos rincones de mesa curtida y esas cobijas oxidadas
del desuso: descubrimos en las patologías del incienso los sueños de soledad
del extravío y la antesala aguda de los ruidos en la punta de la aguja del
viento la olvidada ceniza del fuego)...
Barataria, 2017
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