Imagen cogida de la red
INSTAURACIÓN DEL CAOS
Sobre el leve hilo de la telaraña
el pálido crujido de las cobijas.
¿En qué momento cambió el
universo de la alegría por la húmeda plegaria
del sollozo, o los funerales?
—Desnudamos la más honda hojarasca
de las habitaciones; nos hemos
quedado indefensos en esta sombra mutable.
Alguien fundó el miedo y sus
postreras semillas.
Alguien mientras caminamos, a
través de estériles lámparas hasta el postrer
animal genuflexo, donde es
lúgubre la niebla y sordo el sonido de la gota
de esperma que cae sobre los
andenes.
Uno va o viene sorbiendo lechosos
instantes, atravesando tiliches y olvidos,
quizá abandonos indecibles, sinnúmero
de bocas ahogadas en la cavidad
de los tragantes, o en los sótanos
próximos a la ceguera,
o en el ritual opaco del bajo
vientre.
Instaurado el caos, nos viene el
galope de los miedos como una eternidad;
se adentran como muebles viejos,
todos los retretes, las gotas vacías
de las lágrimas y los zapatos,
los nombres desteñidos y somnolientos
de la madera, el hollín ávido del
tabanco, los crepúsculos de los majonchos
colgados de las vigas de la
intemperie.
Uno ya no sabe cuál es la salida
a tanta herrumbre: fotografías, armas blancas,
y escapularios en esta infinita
rama de la penumbra.
Después de desteñidas las
alegrías, roto el nido, hacia qué candor u olvido
recurrimos, dónde está el sendero
antes de poner la otra mejilla…
Barataria, 22.X.2015
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