Imagen cogida de la red
INVENTARIO DE HOY
A
Pere Bessó, poeta, traductor, amigo.
Rezo porque estamos sobre
andamios endebles, cegados por recuerdos
y desnudos como cualquier ciudad
aledaña a un prostíbulo.
Unos tras otros los recuerdos en
el ascensor del envejecimiento: uno sabe,
—sin truculencias—, que resulta
impensable esta cofradía de lodo ecuestre
en el que cabalgamos casi con
rigurosidad doméstica.
Crujen las aguas sobre los días
difuntos: duele la sombra del país.
En la carcoma de la ventana el
alma extenuada de la madera, los focos grises
de la sospecha y el cuchicheo de
sombras y paredes.
Al otro lado de la calle o la
ciudad, el espejismo de los barrancos y su forma
de vida: San Miguelito, La
Bermeja, sombras colgando de la memoria.
Supongo que aquí llegó el
paludismo y las enfermedades venéreas,
pero no la felicidad con sus
amaneceres legendarios.
Ya se han ido casi todos los
amigos y sólo van quedando los comensales
de la usencia, las sombras
desteñidas en los lavatorios, la cara de algún actor
de la farándula de Hollywood.
Tenemos una mezcla de sueños,
desalojos y estrangulamientos cada vez
que cruzamos la calle y alguien
nos sale al paso para pedirnos un par
de monedas, o la colilla que aún
llevamos prendida entre los dedos. Es extraña
esta sensación de despojo, uno
nunca sabe por dónde, solitaria, nos alcanzará
una risa, o la sombra de nuestra
idiosincrasia.
Quizá un día le incautemos a la
memoria esta zozobra de meses y años…
Barataria, 13.XI.2015
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